Los colaboradores de la I

Palabras al viento...

Lo que fue una conmemoración no nada más religiosa, sino también histórica (precisamente, la Historia Universal está dividida en A.C. y D.C, Antes de Cristo y Después de Cristo), se ha venido tratando de desvirtuar en su concepto original, por quienes promueven que la Humanidad se despoje de su espiritualidad para poderla hacer presa de los enormes intereses lucrativos del comercio y la industria mundial, incitando a la gente a que cambien sus ancestrales conceptos de un Dios creador, por un montón de "dioses" como lo son EL DINERO, EL PODER, LA VANIDAD, EL EGOÍSMO, LA FAMA, y como mil etc. etc.

En el mejor de los casos, hasta la misma celebración de la Navidad la han venido transformando en una simple feria de vanidades, en la que la publicidad y la propaganda han hecho desaparecer su significado real, para cambiarla por una temporada de comprar, -o cuando menos de desear comprar- todo lo que se nos ofrece como "ofertas de Navidad", con el pretexto de hacer regalos, pero sólo de cuantas cosas nos quieren vender. Originalmente se trataba de regalar, si, pero nuestro cariño, nuestro afecto, nuestro amor, nuestra ayuda, nuestros recuerdos... Pero como eso no deja ganancias en dinero, nos han hecho cambiar lo espiritual por lo material.

Si pensamos tantito, nos daríamos cuenta de que los "gigantes" del capitalismo salvaje que están dominando al mundo, son la versión actualizada de aquel rey de Judea llamado Herodes "El Grande", al que fueron a ver los Reyes Magos para que les diera "el norte", con el fin de encontrar y adorar al recién nacido Mesías; y después de decirles más o menos por donde se fueran, les pidió que de regreso pasaran de nuevo por "esta su casa" para informarle exactamente en qué lugar estaba el Niño, pues él también iría a adorarlo.

Claro que esa era una cruel mentira, porque lo que realmente deseaba era mandarlo matar, ¡No quería que hubiera alguien más grande que él en aquel su territorio! Pues igual actúan los que ahora "mueven al mundo": fingen festejar con alegría la Navidad, sin interesarles lo que realmente se celebra, sino que le han cambiado la fachada para que a toda la gente lo único que le importe sea dedicar unos días más a la pachanga, a los bailes, comilonas, y consumo gigante de bebidas, mas compras alocadas. Aunque se acabe el aguinaldo, y sólo queden deudas económicas y morales... ¡Pero contentos, y sin saber de qué se trató! Y una vez más, los grandes mercaderes: felices y más ricos.