Ayer fue uno de esos días en que lo mejor es quedarse en cama, brrrr... el caso es que hacía un frío que invitaba a quedarse debajo de las cobijas. Al fin que era el día del Señor. El teléfono pensaba lo mismo pues no daba señales de vida, que cualquiera pensaría que estaba muerto. O padecía una grave laringitis. Lo vi de reojo, no se movió ni se dio por enterado. Ha estado mucho tiempo a mi lado: toda una vida. Nos conocemos bien el uno al otro. He aprendido a respetarlo. La mayoría de las veces sirve para darme buenas noticias de personas que viven lejos, en algún rumbo de este país. En otras ocasiones mejor hubiera permanecido mudo. Esta vez esperaba que me trajera noticias. Soy un apasionado de los asuntos públicos que de una manera u otra nos afectan a todos. En el estado de Guerrero habría elecciones, como en efecto las hubo. Me interesaba, porque durante varias semanas los columnistas nos abrumaron con informaciones que consistían básicamente en que el diablo traía su cola metida en el atole; ya sabemos por experiencia lo travieso que suele ser.
Todos estamos al tanto que los asuntos políticos que son unos cuantos quienes se encargan de escoger al que ha de figurar como candidato a gobernador. Es así como se presentaron dos pretendientes a ocupar la silla del gobernador. Los antecedentes no auguraban que las votaciones fueran las elecciones más plácidas. La gente de allá es muy echada pa'delante. Lo que conocemos de la entidad, para muchos se concreta a las playas de Acapulco quizá La Quebrada donde antaño Tritones lugareños demostraban su valor. A lo más Caleta y Caletilla y por último la playa de Revolcadero. Y párele de contar. No la conozco, pero hemos oído hablar de Punta Diamante. Esa que dicen, los que saben, le regaló Carlos a Diego haciendo un cambalache que, si fuera cierto, sería deshonroso para ambos y para los guerrerenses.
Lo malo en realidad es que se trató de una justa democrática en la que ambos grupos se arrojaron todo el lodo que encontraron en ese pantano en que se ha convertido la política mexicana. No hubo confrontación de ideas ni nada que se le pareciera. El agarrón no era para demostrar quién gobernaría mejor, ni quién era el mejor candidato comparado con su contrario, sino encontrar lo sucio que traían la ropa interior. Dieron cátedra de golpes bajos que en algunos casos le restó votos a la contraparte y en otros beneficio al oponente. Lo importante es que perdiera el Partido Revolucionario Institucional y con él el favorito Enrique Peña Nieto quien hasta ahora daba la impresión de invencible. No creemos que haya sido el Waterloo del mexiquense o sea que no está noqueado, pero sí lo va a dejar con los ojos vidriosos y la mirada vacilante. Y los rivales que se hayan a montones son pesos completos que ahora le podrán atizar sus mejores ganchos al hígado.
Es de destacarse la participación del perredista Marcelo Ebrard, que es uno de los posibles candidatos por el PRD. Sus bonos se han ido a las nubes a partir de su apoyo a Ángel Aguirre Rivero. Se le considera como uno de los artífices del triunfo por su presencia que constituyó un fuerte apoyo a la candidatura de Aguirre. En fin, el balance de la contienda, tan importante como la victoria, es el Waterloo que se respira en el ambiente. La derrota de Manuel Añorve Baños arrastra la de su padrino político quien se dedicó a apadrinarlo suponiendo que sería suficiente para subirlo al pódium del ganador. Como no venció, es lógico que su derrota manche la trayectoria del actual gobernador mexiquense. Hubo de salir indemne de diversos acontecimientos que a cualquier otro lo hubiera dejado tirado en la lona, de lo que ya hablaremos en otra ocasión, si ello es conveniente y procede su tratamiento, quien hasta ahora se paseaba como el Rey Midas de la política. ¿Será éste el fin de su reinado?
