Relevancia. La investigación de Margarita Tortajada abre la reflexión sobre la importancia de registrar el devenir de la danza no sólo en el Palacio de Bellas Artes, sino en todo el territorio nacional, pues el archivo dancístico, pese a las nuevas tecnologías, no suele ser tomado en cuenta ni por sus creadores ni por sus investigadores.
México.- En 1934, a los pocos días de ser inaugurado el Palacio de Bellas Artes, se presentó el Ballet Ruso de Montecarlo, que avasalló a los espectadores con la síntesis de tradición y modernidad de su propuesta artística.
Desde entonces, el escenario de este recinto ha visto a las grandes figuras de la danza, desde Nureyev a Pina Baush, pasando por las compañías nacionales que marcaron un hito.
La historia de la danza en Bellas Artes ha sido condensada en un libro que permite conocer a los protagonistas y sus creaciones, sus trayectorias y cambios. Ahí se consigna que si bien la danza mexicana ha sido vigorosa, también posee vicios y estancamientos que han derivado en que en los últimos años la disciplina poco a poco ha sido retirada de la cartelera de ese recinto cultural.
En 75 años de danza en el Palacio de Bellas Artes (INBA-Conaculta, 2011), de Margarita Tortajada, también se ha rescatado la voz de aquellos que se han dedicado a traducir en palabras los lenguajes y discursos corporales de los grandes que pisaron ese escenario.
A lo largo de los años, el Teatro de Bellas Artes ha privilegiado a la danza clásica y a las compañías oficiales del INBA, como la Compañía Nacional de Danza, pero también a compañías internacionales, como el Ballet Nacional de Cuba; por el contrario, los grupos independientes que surgieron a finales de los años 70 y principios de los 80 debieron hacer fila para ganarse un lugar en la programación. Algo, que no ha cambiado con el tiempo.
Además, en 75 años no es posible identificar criterios de programación, pues han estado en función de las políticas culturales de cada régimen. Sin embargo, las autoridades, a partir de 1943, se han mostrado abiertas a la presencia de grupos mexicanos.
Otro de los aspectos relevantes de la investigación de Margarita Tortajada, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón (Cenidi-Danza) es el rescate de las críticas de danza, muchas de ellas escritas por especialistas de música y ópera, pero que a partir de los años 70 ceden la pluma a quienes comenzaron a especializarse en esta disciplina; dejando además, la huella de algunos escritores que terminaron seducidos por la danza, como Salvador Novo y José Luis Martínez.
LAS PRIMERAS DÉCADAS Entre las primeras coreógrafas internacionales que comenzaron a frecuentar Bellas Artes, estuvo la estadounidense Anna Sokolow. Desde 1936, apoyada por organizaciones y sindicatos nacionales, comenzó a tener presencia importante, al grado de convertirse en pionera de la danza moderna mexicana.
Años más tarde, en 1950, otro pionero de la danza moderna, José Limón, nacido en Sinaloa pero formado en Estados Unidos, tras formar su compañía se presentó en México gracias a Miguel Covarrubias. Sobre su presentación en el palacio, en donde ofreció obras como "La Malinche" y "Danzas mexicanas", Novo escribió en el diario Novedades:
En 1963 se presentó otra de las más grandes compañías del mundo, el Ballet del Siglo XX, bajo la dirección artística de Maurice Béjart, que montó obras que merecieron elogios y duras críticas de los especialistas, como Bolero, de Maurice Ravel. En 1966 el escritor José Luis Martínez no pudo resistir ir a presenciar al Ballet Bolshoi, una de las más grandes compañías de danza clásica del mundo, que ofrecería en México El lago de los cisnes, pero si bien los rusos atraparon su atención, no pudo soslayar la presencia de la esposa de Díaz Ordaz en la función.
El Ballet Nacional de Cuba, que hizo célebre a Alicia Alonso, tuvo una constante presencia en el recinto en las primeras décadas del mismo; su virtuosismo fue celebrado por los mexicanos. Sobre ella, Melo, en 1968, se volcó en halagos. "Alicia Alonso cumple con el más alto grado de la perfección, el estado de gracia que define y mitifica a la bailarina: ella es, al mismo tiempo, el instrumento y el intérprete".
LA PRESENCIA DE NUREYEV Cuando se habla del Palacio de Bellas Artes como escenario de los más importantes artistas del siglo XX, se nombra con frecuencia al bailarín ruso Rudolf Nureyev, para muchos el más grande icono de la danza mundial.
Llegó a México en 1982 con su versión de Don Quijote, para inaugurar el X Festival Cervantino en la Ciudad de México; esto resultó un acontecimiento histórico para el recinto y para la vida cultural del país. Sin embargo, hubo quienes no se dejaron intimidar por su prestigio y escribieron punzantes críticas, como Patricia Cardona:
"Fue bueno, ni quién lo dude, pero el astro ex soviético está fatigado y a sus 40 años de edad ha perdido el timbre, pero no la impostación (...) ha perdido la agilidad juvenil pero conserva la maestría de su formación clásica como estrella del Ballet Bolshoi, y el hecho de tolerar un espectáculo, o una función poco relevante para verlo bailar por no más de unos cuantos minutos, sirvió para que los asistentes puedan registrar en su memoria que vieron bailar a Nureyev, aunque ha sido más bien el sobreviviente de Nureyev".
LOS MEXICANOS En entrevista, Margarita Tortajada refiere que la danza nacional sí ha tenido una presencia constante en el escenario, pero esto ha cambiado por razones que podrían responder al perfil de quienes están al frente del INBA, pero sobre todo porque los grupos mexicanos han conquistado otros espacios y el recinto de mármol dejó de ser el parámetro de la más alta calidad dancística.
"Ahora hay una pluralidad de foros, por eso creo que las compañías que se hicieron en los 80 y que se han mantenido, han conquistado otros espacios, bailar en el palacio dejó de ser la meta, me parece que están más interesados en mantenerse...".
Tortajada agrega: "Me parece que los grupos mexicanos sí han gozado de su recinto, porque les pertenece. Además, hay grupos como el Ballet Folclórico de Amalia Hernández que, pese a que no es una compañía oficial, ha hecho del recinto su casa. Otras compañías, como la de Guillermina Bravo, también vivieron su gloria".
Bitácora de más de medio siglo
Algunos de los ballets que se han presentado en Bellas Artes son:
⇒ 1934. Ballet Ruso de Montecarlo
⇒ 1940. Ballet de Bellas Artes
⇒ 1941. American Ballet Theatre
⇒ 1945. Ballet de la Ciudad de México
⇒ 1946. Academia de la Danza Mexicana
⇒ 1950. Compañía José Limón
⇒ 1953. Ballet Nacional de México
⇒ 1962. Ballet del Siglo XX
⇒ 1966. Ballet Bolshoi
⇒ 1968. Ballet Nacional de Cuba
⇒ 1968. Matha Graham y su Compañía de Danza
⇒ 1982. Ballet de Boston
⇒ 1988. Julio Bocca
⇒ 1996. Joaquín Cortés. Ballet Flamenco
⇒ 2000. Compañías independientes mexicanas