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Los eurocómplices

SERGIO AGUAYO

La Unión Europea (UE) está considerando enviar una vez más una Misión de Observación Electoral (MOE) para las presidenciales de 2012. ¿Corregirán o repetirán el vergonzoso espectáculo que dieron con la Misión que nos visitó en 2006?

Los observadores internacionales se presentan como testigos objetivos que, con una metodología rigurosa, opinan sobre la calidad de una elección. Cuando se duda de la limpieza y confiabilidad, sus informes orientan a la opinión pública, a gobiernos y a organismos multilaterales. En ocasiones cumplen con su tarea y hacen un buen aporte; en otras, como en las elecciones de México en 2006, se convierten en encubridores de irregularidades.

En 2006 la Misión de la UE estuvo encabezada por el eurodiputado -y militante del Partido Popular español- José Ignacio Salafranca, quien al día siguiente de los comicios, el 3 de julio, aseguró en rueda de prensa que la elección se "desarrolló en un ambiente transparente y competitivo". Mencionó "algunos desequilibrios" que no enturbiaron el proceso electoral caracterizado "por altas dosis de apertura, imparcialidad y profesionalismo".

El 23 de noviembre de aquel año, la Misión publicó el Informe final que consta de 57 cuartillas a un espacio y recibió el trato dado a Cenicienta: no hubo rueda de prensa, nunca hubo versión en español -sólo hay en inglés- y estuvo muy poco tiempo en Internet. Las tesis son similares a las del comunicado del 3 de julio: el proceso se apegó a los "principios internacionales de elecciones genuinas y democráticas. Fueron competitivas, transparentes y bien administradas, y tuvieron lugar en una atmósfera de respeto para las libertades de expresión, de asamblea y de asociación, demostrando el firme compromiso de la ciudadanía mexicana con [...] la democracia". Mencionan unas cuantas irregularidades, pero concluyen que el "5 de septiembre de 2006, el Tribunal Electoral validó las elecciones como auténticas, libres y democráticas".

El texto podría ser el tema de una tesis sobre lo que no debe hacer un grupo serio de observadores. Hubo improvisaciones, omisiones y manejo intencionado de la información. Tomo, como botón de muestra, la famosa campaña negativa. Es cierto que mencionan la "intensa campaña del candidato del PAN, Felipe Calderón, contra López Obrador", a quien se presentó como "un peligro para México", pero nunca dicen que esos spots fueron calificados como ilegales por el Tribunal Electoral. Emplean un método similar con los anuncios del Consejo Coordinador Empresarial.

Investigué este capítulo de complicidad europea y entrevisté a cuatro integrantes de la Misión que pidieron el anonimato porque firmaron un acuerdo de confidencialidad. Encontré molestia e irritación y una de ellas incluso asegura que algunos observadores experimentados quedaron "asqueados" al constatar que la Misión traía una conclusión predeterminada.

Además de acciones deliberadas, la pobreza del Informe fue resultado de una mezcla de factores circunstanciales. La Misión se preparó de manera intempestiva, llegó tarde y algunos de sus integrantes no tenían la preparación requerida. Influyó que los observadores más experimentados sobre América Latina estaban asignados a Bolivia, que tuvo elecciones por esas mismas fechas. Había algunos conocedores de México, pero la mayor parte no tenían la experiencia o las habilidades lingüísticas para interpretar al país. Un caso extremo fue el encargado de "monitorear" los medios de comunicación: no hablaba una palabra de español.

Los entrevistados coinciden en la parcialidad del jefe de la Misión, José Ignacio Salafranca, cuyo objetivo era favorecer al ahora presidente Felipe Calderón. Su nombramiento ya arrastraba un conflicto de interés porque su líder político, José María Aznar, había invitado en México a votar por Calderón. En consecuencia, y según estos testimonios, Salafranca excluyó deliberadamente información sobre irregularidades reportadas por los observadores (es el caso con la participación de la Iglesia en los comicios).

Hubo eurodiputados -Tobias Pflüeger y Raül Romeva-que criticaron desde el Viejo Continente la superficialidad de la Misión, pero Salafranca contó con la aprobación tácita de los Estados miembros que consideraron que Calderón garantizaba sus intereses. El abandono de la ética privó a México de una visión imparcial y equilibrada de lo sucedido aquel año y contribuyó a la polarización que tanto ha dañado la democracia mexicana.

Según una nota del corresponsal de Reforma (30 de octubre de 2011) en Bruselas, Inder Bugarin, la jefa de la Delegación de la Unión Europea en México, Marie-Anne Coninsx, ya informó que estudian el envío de una Misión para 2012. Sería útil que lo hicieran siempre y cuando verifiquen el profesionalismo y la integridad de sus enviados. La democracia mexicana no necesita de simuladores como José Ignacio Salafranca. Ya tenemos bastante con los nuestros.

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