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Los Moreira y la deuda

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Los Moreira y la deuda

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Sergio Sarmiento

Rubén Moreira es ya, desde el 1 de diciembre, el gobernador constitucional del estado de Coahuila. Es justo que lo sea. Moreira ganó la elección del 3 de julio con más del 56 por ciento de los votos contra sólo 36 de su más cercano contendiente, Guillermo Anaya. En una democracia es correcto que el ganador de una elección se convierta al final en gobernante.

Pero no hay duda de que el propio desempeño del nuevo gobernador se verá condicionado por una pesada herencia que viene del gobierno de su propio hermano, Humberto, quien aumentó la deuda del estado de apenas 300 millones a 34 mil millones de pesos.

El caso de la deuda de Coahuila rebasó las fronteras del estado. El hecho de que Humberto haya sido hasta el 2 de diciembre presidente nacional del PRI le dio a la discusión y al escándalo una proyección más amplia. Es verdad que otros partidos, especialmente el PAN y el PRD, tomaron este caso para golpear al PRI; pero es igualmente cierto que tanto los montos contratados como las condiciones confirman que se trata de un abuso en contra de los ciudadanos del estado de Coahuila, a quienes se les ha dejado la responsabilidad del pago.

Nunca he creído en la portación de pariente prohibido. Rubén Moreira no tiene por qué ser considerado responsable de las acciones de su hermano. Él tendrá que ser juzgado por las medidas que tome como gobernador del estado. De hecho, Rubén es una de las primeras víctimas de la irresponsabilidad del gobierno de Humberto. Para empezar está teniendo que aplicar un programa de austeridad que, sin la deuda heredada, no habría sido necesario.

Humberto se mantuvo durante demasiado tiempo como presidente del PRI. En su empecinamiento se convirtió en un lastre para su propio partido. Llegó el momento en que toda presentación pública que tuviera se centraba en la deuda de Coahuila. Los principales beneficiarios de su permanencia en la presidencia nacional del PRI eran los partidos rivales. Por eso llegó el momento en que se le convenció de que lo mejor para todos era que renunciara.

Para Coahuila las cosas serán más difíciles. El estado ha tenido una buena tasa de crecimiento en los últimos años. Las inversiones públicas y privadas han sido importantes y beneficiosas. El estado sigue siendo fundamentalmente competitivo, a pesar de su elevada deuda, la mayor en términos per cápita del país. El nuevo gobernador Moreira, Rubén, tendrá que hacer gala de habilidad para mantener los índices de inversión y lograr que el lastre de la deuda no se convierta en un obstáculo duradero para el crecimiento.

Para el país, la lección de Coahuila es clara. Los políticos han pretendido que lo único que importa en un gobierno es cuánto dinero se gasta en obra pública. Hoy resulta claro que el origen de los recursos es también significativo. Un estado que se endeuda en exceso, independientemente del uso que se le dé a los recursos, tendrá problemas tarde o temprano.

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