EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Los nuevos jueces

Las laguneras opinan...

MARÍA ASUNCIÓN DEL RÍO

Hace tiempo viene molestándome un asunto que, entre los tantos y tan graves que nos afectan, paso siempre a segundo término. Hoy lo tomo, porque paulatinamente se ha ido exacerbando y creo que es oportuno comentarlo y llamar la atención a quien corresponda. Se trata del trabajo de periodistas, conductores y comunicadores que, en distintos medios, vinculan los acontecimientos con el público que lee ve o escucha lo que dicen, para luego construir su visión personal de lo que sucede en la Comarca Lagunera, en México y en el ámbito internacional.

El periodismo es casi tan antiguo como la humanidad, pues desde siempre el hombre ha tenido necesidad de saber lo que ocurre en su entorno, inmediato o lejano, y lo ha hecho mediante recursos tan variados como los alcances y la naturaleza de la información. Sabemos, por ejemplo, que los testimonios de escritura más antiguos conservados en las tabletas de arcilla de Babilonia refieren hechos públicos económicos como lo haría la sección financiera de un diario actual. El periodismo oral se practicó en Roma mediante proclamas y edictos que informaban al pueblo sobre asuntos guerreros, funciones deportivas y, especialmente, eventos sociales -muertes, matrimonios, divorcios y escándalos- de la élite patricia. Como hoy, las paredes fueron la alternativa popular para publicar aquellas noticias que, por escandalosas, no se proclamaban oficialmente. Una suerte de periodismo oral practicaron los juglares medievales, quienes divulgaban de un lugar y otro las últimas las hazañas de los señores feudales. Ya desde aquel entonces la veracidad de los hechos relatados estaba en discusión, dependiendo del grado de cercanía del juglar con el protagonista de su crónica, la cual modificaba al pasar de un feudo a otro, alterando circunstancias, acciones y desenlace, según los intereses del auditorio. Sólo a partir del Renacimiento la imprenta deja registro escrito de noticias que daban cuenta de asuntos comerciales y políticos; las gazzetas se generalizaron en Europa, agregando al componente político sucesos tan importantes como el Descubrimiento del Nuevo Mundo, realizado por Colón y dado a conocer en 1493. Cuatro siglos después el periodismo se formaliza y el fenómeno de comunicación masiva toma proporciones serias, se diversifica en géneros, adquiere su carácter periódico, legisla su práctica y se convierte en un instrumento de poder. Imposible pensar en el movimiento de independencia de México, sin la labor de periodistas que señalaron e hicieron públicas las fallas de la sociedad y la necesidad de organizarse para hacer frente a la desgastada estructura virreinal, así como la posterior crónica del movimiento y sus resultados.

Claro que el periodismo actual poco tiene que ver con el decimonónico, comenzando por el desarrollo de los medios de comunicación que hoy nos permiten saber lo que ocurre en cualquier sitio, en el momento mismo de su realización. La "aldea global" en que se ha convertido nuestro planeta, así como la lucha por la libertad de expresión que ha ganado terreno a través del tiempo, no esconden secretos para el informador ni le ponen trabas para expresarse como quiera y que su expresión llegue a todas partes. Sin embargo, algo está pasando en los medios nacionales y locales y con quienes los manejan, pues teniendo todos los recursos posibles a su alcance, no cumplen su labor con la dignidad y eficiencia que debieran. Cuando leemos los diarios o escuchamos la radio, pero especialmente cuando vemos los noticieros en televisión, nos queda siempre la duda: ¿a quién sirven cuando comunican las noticias o formulan comentarios? Últimamente la tendencia negativa es la norma, eso es natural. Todos sabemos que las muertes, los asaltos, la violencia generalizada y creciente, así como incapacidad de las autoridades para combatirlos y evitarlos es una realidad. Pero reducir las noticias de cada día a un parte criminal donde los malvados se muestran como estrellas de cine no me parece justo, porque además de transmitir una imagen equívoca al público, se ignora a millones de personas que se esfuerzan todo el tiempo por construir cosas buenas en los planos social, cultural, científico, educativo y práctico, con resultados que enriquecen nuestra existencia, aseguran nuestra salud, hacen más soportable cada día y permiten soñar un futuro mejor. ¿Por qué en lugar de contabilizar decapitados no se da cuenta de individuos que superan una grave enfermedad, inventos que salvan, acciones que dignifican, obras que embellecen la existencia? ¿Será preciso matar para figurar en una noticia? ¿Cuánto espacio radiofónico, periodístico o televisivo se invirtió en exponer, cuestionar y juzgar los delitos de Kalimba o los de su presunta víctima, a lo que se entregó el amarillismo periodístico con la misma energía que hubiera requerido reportar el hallazgo de una fórmula para revertir el sobrecalentamiento mundial, erradicar el hambre o inventar una vacuna contra el cáncer?

El compromiso de muchos comunicadores con la neutralidad, la verdad y por ende la justicia está en entredicho. Es indignante la inclinación de conductores y comentaristas hacia personajes públicos, gobernantes en turno, candidatos y partidos, incumpliendo con la imparcialidad a que están obligados, para apoyar abiertamente las propuestas de la figura que les simpatiza o les paga. Las mesas de diálogo que transmite la televisión local dan pena, porque sus conductores alaban o atacan sin escrúpulos, olvidando que ellos no son más que moderadores, propiciadores de la comunicación, pero en modo alguno los protagonistas del programa ni los jueces que valoran, premian o condenan arbitrariamente a sus invitados o a las personas a las que hacen referencia.

Por su parte, los comentaristas deportivos locales y nacionales se han convertido en una clase odiosa, paradigma de la subjetividad y la falta de profesionalismo, que lejos de ayudarnos a apreciar el juego, aprovechan cualquier ocasión para hacer pública su lealtad a los patrocinadores de tal equipo y, por ende, demeritar las acciones del contrario. Sobra mencionar la sarta de impertinencias personales con las que condimentan sus crónicas, tan alejadas del deporte en sí, que nos vemos obligados a buscar transmisiones extranjeras del mismo partido, con tal de no escuchar las tonterías de los comentaristas, sus chistes de mal gusto, el chismorreo sobre el jugador que les cae mal y sus juicios malintencionados, mientras la pelota va y viene sin que ellos se tomen la molestia de describir objetivamente una jugada (¿será que los espacios deportivos son también reflejo de la época, mentirosos y comprometidos con el mejor postor?) Hace poco tuve la desagradable experiencia de ver una entrevista hecha al director técnico del Santos, tan torpe y ofensiva, que sin duda podrá servir de material didáctico para cualquier escuela de comunicación que quiera enseñar a sus alumnos lo que no debe hacerse cuando se hace periodismo. ¡Qué pena que las televisoras desciendan tan bajo al contratar comentaristas improvisados y/o ajenos a la ética que exige tan respetable profesión, o peor aún, que habiendo sido formados en escuelas serias, olviden por completo las lecciones y se muestren tan ineptos e irresponsables!

En fin, el tema queda expuesto, mientras los crímenes, pero también los logros humanos se acumulan y la rueda de nuestra fortuna no deja de girar. Creo que el trabajo mediático tiene el extraordinario poder de manifestar lo positivo y lo negativo de cada situación, pero debe hacerlo de manera objetiva y con apego total a la verdad, sin que su prioridad sea el escándalo ni el lucimiento personal sea la norma. Siendo la voz de los medios la que más se escucha, su compromiso es mayor y a él se deben sus oficiantes, con apego irrestricto a la ética, ese valor cada vez más raro, cuyo respeto cambiaría radicalmente nuestro modo de vivir.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 595609

elsiglo.mx