Quienes creen que las transiciones en los gobiernos de Coahuila han sido como luna de miel entre los que llegan y los que se van, quizás no conozcan bien la historia electoral. Esto es como los matrimonios: a la solemnidad ceremonial civil y eclesiástica puede seguir, en vez de un banquete nupcial, una cena de negros.
Tal cosa aconteció en 1941 cuando el gobernador Pedro V. Rodríguez Triana se negó a reconocer el triunfo del general Benecio López Padilla como nuevo mandatario. El Congreso local se dividió y hubo necesidad de largas conversaciones antes de que el gobierno federal reconociera al general López Padilla y negociara con ambos rijosos la constitución de un nuevo Congreso estatal, que finalmente fue integrado por personas designadas por las facciones en pugna: un tercio de las curules para cada grupo descontento.
Pero no acabó allí el problema, ya que una vez en el cargo de gobernador, don Benecio desconoció a los 38 alcaldes impuestos por el trianismo y los sustituyó con elementos afines a su gobierno. Al término de la administración de López Padilla, don Ignacio Cepeda Dávila lo sustituyó triunfando en elecciones libres.
Sin embargo el gobierno de Cepeda Dávila, quien ya iniciaba el desarrollo de un plan de trabajo muy positivo, fue víctima de constantes presiones del gobierno federal encabezado por Miguel Alemán, lo que finalmente lo condujo a la determinación de quitarse la vida. Esto abrió la puerta del gobierno coahuilense al licenciado Raúl López Sánchez, quien ocupó el cargo y realizó una obra positiva, sin hostilizar a los amigos y familiares de don Ignacio.
Su primo Román Cepeda Flores resultó luego candidato del PRI a gobernador y lo fue desde el uno de diciembre de 1951 hasta el 30 de noviembre de 1957. Luego siguió en la candidatura el general Raúl Madero González, quien se deslizó felizmente ante la historia y la simpatía del pueblo; no de los viejos políticos coahuilenses, que finalmente doblaron las manos ante el apoyo que don Raúl recibía de los coahuilenses.
En elecciones constitucionales lo sustituyó don Braulio Fernández Aguirre, quien condujo el timón del Estado en paz y con progreso. Luego el PRI apoyó para el siguiente sexenio al ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño. Las elecciones de estos dos hábiles políticos devinieron tersas, no así la siguiente de Óscar Flores Tapia, ya que algunos colaboradores de don Eulalio hicieron lo posible por evitar el acceso de Flores Tapia a la gubernatura, pero la fortaleza política de OFT resistió esos embates y aún los ignoró, saliendo bien librado de la posterior intriga del presidente López Portillo; aunque le costó el cargo, generoso como Óscar siempre fue, perdonó a los que se le habían opuesto en el camino y aún les abrió nuevas oportunidades.
A OFT lo sucedió el licenciado José de las Fuentes Rodríguez, y a éste le siguió el entonces diputado federal Eliseo Mendoza Berrueto, quien se portó fríamente correcto ante su predecesor; no fue igual con quien lo seguiría en el cargo, el doctor Rogelio Montemayor Seguy, pero tampoco hubo, entre ellos, alguna abierta desavenencia en su trato.
A Montemayor le siguió Enrique Martínez y Martínez. Ambos mantuvieron una prudente civilidad en sus relaciones políticas, mas nada hubo que trascendiera a la opinión pública.
Finalmente llegó la era del moreirismo: los hermanos Humberto y Rubén Moreira sorprendieron a la ciudadanía desde su incorporación a la actividad política en Coahuila: ambos participaron de modo toral en la campaña de Enrique Martínez, luego se presentó ante Humberto la conclusión del período de Óscar Pimentel en la Presidencia Municipal de Saltillo, y allí Humberto realizó una magnífica obra que le valió la candidatura al Gobierno del Estado, al cual accedió con el voto y la simpatía popular después de realizar un importante cambio urbanístico en la capital de Coahuila.
Ya cerca del último año de su gobierno en Coahuila, el profesor Moreira recibió el apoyo de importantes corrientes políticas del país para acceder a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, cargo que actualmente desempeña bajo augurios positivos. Como todos sabemos Humberto solicitó hace más de un año una licencia al Congreso Estatal para separarse de la gubernatura, petición que le fue concedida por los diputados designando como gobernador sustituto a Jorge Torres López.
Ahora la agenda del profesor Moreira señala que habrá de darse un tiempo para asistir el primer día de diciembre del presente año, con su actual investidura, al indefectible rendimiento de protesta que deberá otorgar su hermano Rubén Moreira Valdez como gobernador electo del Estado de Coahuila de Zaragoza.
Contra las torcidas opiniones de los políticos de oposición sobre la candidatura de Rubén Moreira a sustituir a su hermano en el gobierno de Coahuila, es evidente que esto no ha sido un óbice importante para los ciudadanos. Los números hablaron por ellos en su oportunidad.