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Los pies de trapo

GILBERTO SERNA

Uno de los secretos mejor guardados en el proceso electoral que desembocará en el año 2012 es lo que haya pasado entre bambalinas, que ha llevado a los políticos Marcelo y Andrés Manuel a decidir, sin romper sus lazos de amistad, cuál de los dos será postulado como candidato de la izquierda a la Presidencia de la República en los próximos comicios. Si se esperaba un rompimiento entre ambos los que ponían en duda que el resultado, fuera cual fuere, sería del agrado de las dos partes, quedaron chasqueados al levantarle el brazo Ebrard a López Obrador reconociendo el triunfo sin cortapisas, el uno del otro.

Disiento de los que piensan que Marcelo sería un opositor de mayor peso que AMLO. Los antecedentes indican que si bien Marcelo era un candidato más, diré, más cómodo, lo que auguraba su tono de voz conciliador, distando en mucho del carácter de Andrés Manuel siempre con los nervios de punta, dando la impresión de que en el momento menos esperado estallaría, dispuesto a ponerse los guantes sin más provocación que sentir, con una simple mirada, que era menospreciado por sus adversarios.

Lo que los politólogos no consideraron, que cuando Vicente Fox correteó a Marcelo cesándolo de su cargo de jefe de Policía del DF, con la amenaza de llevarlo a los sótanos de la desgracia política acusándolo de "permitir" que dos de sus elementos fueran linchados por una turba enardecida, Andrés Manuel lo protegió impidiendo que Fox logrará su protervo y malévolo propósito. Eso Marcelo no podría olvidarlo, aunque quisiera. Diré a favor del hombre de Macuspana, Tabasco, que en la elección para designarlo ese breviario no contó en las encuestas que se llevaron a cabo previamente. Quizá influyó en la empatía que revelaron al saberse el resultado que dio lugar a que hubiera muestras de júbilo como el de levantar el brazo al ganador y que se expresara una conformidad manifiesta. Tan es cierto lo anterior, como el de que la persecución a Ebrard tenía su razón de ser en la aversión que le causaba a Fox la posibilidad de que López Obrador tan siquiera aspirara a la Presidencia de a República.

Para Vicente, él mismo era un señorito, malechote pero señorito y el otro un pelagatos mal amansado. En el fondo de todo era la lucha de un burgués contra un don nadie que se alzaba como un peligroso fantasmón. Eso provocó que Marcelo, estuviera a punto de pagar los platos rotos, creyendo que en verdad los pasos de Fox iban dirigidos hacia su persona. Ahora se verán las caras. El de calzoncillos amarillos y el de short con el logotipo del PRI.

Así se vio a Juan Manuel Márquez llevando el distintivo peculiar de, eso creo, el partido político de sus simpatías o bien era un anuncio con tintes comerciales dirigido a llamar la atención subliminal de los millones de mexicanos que esperaban ver ganar una pelea a su compatriota. El PAN se queja de que esa difusión propagandística favoreció a su archienemigo ya que llevaba la intención de influir en la preferencia de los electores que vieran la pelea con Manny Paquiao.

¿Deben, con ese criterio, prohibir que las panaderías exhiban en sus vitrinas, los virotes, el francés, las conchas, las semitas, etcétera y los letreros alusivos al producto que expenden? Es verdad, lo reconozco, ¿quién soy yo para proponer una medida que afectaría a lo que después de todo es un comercio honrado?

Aunque no dejo de reconocer que la queja puede ser una estratagema del PAN dirigida a provocarle al PRI tan sólo un retortijón de tripas. Pues viéndolo bien pudo haber pasado inadvertido, con la circunstancia de que ahora al salir en los periódicos, el morbo ocasionado en el público aficionado al deporte de fistiana haya producido la circunstancia de que viéramos la foto donde aparece Márquez dándose de trompadas con Paquiao y el rótulo priista destacándose en un lado de la prenda.

Son las paradojas de la vida. Es factible que lo no deseado haya producido el efecto contrario. Bueno, este asunto de las elecciones ha hecho que sin querer queriendo hayamos saltado a los encordados. Aunque tiene su razón de ser. La ciudadanía podrá decir, siempre que esté afiliado, quien de los o de las candidatas, será él o la abanderada, en cada uno de los institutos político. Antaño acudir a votar era un pasatiempo pues no era un secreto quien obtendría el voto mayoritario. En fin, la política ahora es un cuento infantil o sea un gato con los pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?

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