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'Los pobres no tenemos justicia'

AGENCIA REFORMA

A más de un año de la muerte del tortillero Ignacio Aguilar, abatido por marinos que lo confundieron con un sicario en el operativo contra Beltrán Leyva, su familia no sabe si hay detenidos por esos hechos.

"No se informa si detuvieron a uno o más marinos por el hecho, si ya los consignaron o encarcelaron. No sabemos nada, sólo se limitaron a darnos 632 mil pesos por el daño que hicieron, y ya. Los jodidos no tenemos justicia", afirma la viuda de Aguilar, Andrea Martínez.

El dinero tuvo que ser repartido en partes iguales entre la anterior esposa del comerciante con la que tuvo dos hijas, y su última esposa, con quien también procreó un niño y una niña.

La noche del miércoles 16 de diciembre de 2009, marinos desplegaron un operativo en el fraccionamiento Altitud, en Cuernavaca, uno de los más lujosos de la capital de Morelos.

Sin embargo, durante el enfrentamiento en el que cayó abatido el capo Arturo Beltrán Leyva, "El Jefe de Jefes", Aguilar Rodríguez fue baleado cuando circulaba a bordo de su camioneta entre la calle Felipe Ángeles y Niños Héroes. Estaba a media calle de su casa.

El comerciante se dirigía a una taquería de la zona a entregar un pedido de tortillas.

La Marina argumentó que no acató las órdenes del personal naval de detenerse. Afirmó que Aguilar conducía ebrio.

Al final, aceptó una recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

"Hay apoyos, pero no hay justicia, y no hay justicia porque mi Nacho era pobre, por eso el pinche Gobierno no hace ni madres. Veo que por un pinche matón ofrecieron 10 millones de pesos, porque Javier Sicilia tiene los pantalones para enfrentar al gobierno, y también el dinero.

"Y porque es una persona conocida y tiene fama, pero qué pasa cuando el gobierno nos destruye a la familia, no nos voltean a ver, hay cientos de muertes impunes", lamenta la señora, quien padece leucemia.

Andrea, una señora de piel blanca, menuda, de cabello alborotado se dice molesta. El caso le cayó como una loza encima. Para subsistir realiza el mismo trabajo que su marido. Hacer y repartir tortillas.

"Mi marido dejó muchas deudas, se debía la camioneta que destrozaron los marinos. Apenas empezábamos el negocio de las tortillas, de esta violencia desgraciadamente a mí me hizo daño el mismo gobierno, y ahí le dan carpetazo a eso.

"Hubiera aceptado un accidente, una bala cruzada, pero el exceso que hicieron con Nacho no lo dejan descansar a uno. Lo destrozaron a balazos", recuerda doña Andrea con lágrimas.

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Escrito en: Marina Beltrán Leyva Ignacio Aguilar

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