No hace muchas columnas nos ocupamos de productos que según un perjudicado le habían causado daños en su salud a su esposa, específicamente en la piel, con la posibilidad de que le pudiera ocasionar cáncer, lo hicimos del conocimiento público, con lo que se provocó, coincidiendo con las autoridades del ramo, o porque así lo decidieron los que vendían el producto, fuera retirado del mercado.
A la vuelta del tiempo reapareció con otro nombre es mismo producto. Eso ocurrió años atrás. Ahora sabemos que es una práctica habitual la de volver ojo de hormiga el producto que no solamente no es el remedio mirífico que se dice en la propaganda, sino que además puede producir daños en el organismo humano. Usted puede encontrar en el mercado mágico la solución a todos sus problemas de salud.
Aunque no está usted para saberlo le remedian la alopecia a los que la sufren e igual los kilitos de más, sin dietas ni agotadores ejercicios, y así gran cantidad de padecimientos. Aunque después del tratamiento la calvicie sigue pareciendo una ampolla custodiada por pelillos que como soldaditos vigilan los alrededores para constatar que el peine no haya disminuido el desbrozado campo; en tanto las gruesas lonjas que adornan su vientre siguen ahí como fofos muros infranqueables.
La verdad es que los modernos medios de comunicación son capaces de convencer al más incrédulo pues para eso previamente se han introducido en la casa de usted desde donde día y noche lo están bombardeando con el engaño del paciente que ha restaurado su equipamiento de cabello pasando de un coco liso a una formidable greña que envidiaría Jhonny Weismuller, el primer Tarzán del celuloide en blanco y negro.
Lo mismo sucede con los vientres abultados que permanecen en su sitio a pesar de todos los pesares. Llegan a prometer en un afán más publicitario que real de devolver el precio pagado si el producto no da el resultado esperado contando con la abulia de compradores que se conformarán una vez que han usado el producto convencidos de que nadie les hará caso en su reclamo.
Nadie, incluida la autoridad encargada de estar atenta a que quienes comercializan estos productos, de muy dudosa calidad, serán obligados a que previamente obtengan una autorización oficial para la venta, aun antes de iniciar siquiera sus espectaculares anuncios supuestamente curativos.
Algo se está haciendo en cuanto al mercadeo de los llamados: "productos milagro". La Secretaría de Salud ha asegurado más de 20 mil piezas que no acreditaron sus propiedades curativas. Es de suponerse que con su venta se pretendía tomarle el pelo al público, de ahí que al hacer su retención se pretende evitar que los consumidores sean engañados, como ha venido ocurriendo en el reciente pasado. Son productos que no cumplen con la legislación sanitaria, representan un riesgo a la salud pública. Según dice la Cofepris que está a cargo de Mikel Arriola.
Este funcionario ha asegurado cinco mil piezas de Prostamax, Purif-hígado, Alcachofa y Chang Moon Flower. En su publicidad se promete tratar variadas enfermedades, sin base científica alguna. La Procuraduría Federal del Consumidor ha instaurado procedimientos administrativos con motivo, dice esa dependencia federal, de la publicidad abusiva y engañosa de la empresa comercializadora, ya que la información, se dice, "es exagerada, parcial, artificiosa y tendenciosa, y una burla para los consumidores".
La pretensión es constituir una mejor regulación en la publicidad de productos terapéuticos. Es el caso de aquel legendario vendedor de pócimas que prometían aliviar cualquier padecimiento con sólo tomar unas cuantas cucharadas. Esto en el lejano oeste desde la parte trasera de un carromato que formaba parte de una caravana de los antiguos colonos en Estados Unidos.
Mercachifles, buhoneros, quincalleros, baratilleros y barateros, prometían erradicar todo tipo de enfermedades a un público embobado e ingenuo, atrapados por esos vendedores callejeros con remedios medicinales de dudosa procedencia, que atraían a los transeúntes gracias a su verborrea.
Ahora se han modernizado y en nuestros días usan los medios electrónicos como una herramienta para llegar a las confiadas masas populares. Y logran un éxito increíble. Quizá como ejemplo de lo anterior vean la campaña publicitaria que tenía en primer lugar de las encuestas para ganar la presidencia, al exgobernador mexiquense a quien, en tal caso, podemos considerar un producto milagro de la televisión mexicana.