EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Los significados del debate

Gran angular

RAÚL RODRÍGUEZ CORTÉS

"¿Alguien anotó las placas del trineo tirado por renos que arrolló la noche del miércoles a Eruviel Ávila?". La ironía -referida al transporte fantástico de Santa Claus, personaje con que se identifica a Alejandro Encinas, presumible responsable de tal atropellamiento- fue subida al twitter por el doctor Gerardo Esquivel, prestigiado economista del Colegio de México, en los primeros minutos del jueves, apenas terminado el debate de candidatos al Gobierno mexiquense que transmitió el canal 2 de Televisa bajo la conducción de Joaquín López Dóriga.

El tweet ni siquiera mencionó al otro contrincante, Luis Felipe Bravo Mena, con la intención deliberada -alcanza a inferirse- de significar que el panista fue borrado del intercambio televisivo por el priista y el perredista.

Debatir, en su significado de discutir o disputar sobre una cosa o idea, es una acción difícilmente alcanzable en formatos televisivos que llevan en su esencia una restricción de tiempo, que ya se conocen y son previsibles, y que, además, presionados por los afanes de equidad entre contendientes, llegan a ser rígidos y hasta aburridos.

Tales formatos, en todo caso, permiten debatir más en el significado de altercar o guerrear, que es para lo que en realidad alcanzan. De ahí que en transmisiones como la referida, es un error estratégico asumirse como el personaje propositivo y descalificar al que ataca (sin que esto autorice agresiones u ofensas). La televisión apela a las emociones, no necesariamente al cabal entendimiento. Lo que queda, por tanto, en la memoria de las teleaudiencias de debates político-electorales, es el esgrima verbal que pone en evidencia al contrincante y lo opaca, no el que desarrolla ideas, menos aún si éstas fueron superficiales. Los panistas Diego Fernández de Cevallos (frente a Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas) y Vicente Fox (ante el mismo Cárdenas y Francisco Labastida) lo sabían y lo usaron en su beneficio. Pero Bravo Mena ni discutió ni altercó, nunca pudo, siquiera, incorporarse bien a bien como parte contendiente.

De manera que el debate fue entre Eruviel y Encinas. El perredista se sacudió la insistente perorata del panista de que recibe órdenes de López Obrador, que permitió el bloqueo de Reforma, que no respetó las instituciones, que defendió a un narcodiputado y que es un mentiroso respecto a su residencia, para concentrarse en Eruviel que es al que, por ser puntero, debe arrebatar las preferencias que le dan las encuestas. Y el priista, aferrado en que él es el candidato de las propuestas, no pudo atajar la acusación -que por cierto Encinas deberá probar- de que en su campaña hay dinero de Jorge Hank Rhon.

Así las cosas, uno cuatro millones de televidentes, según los registros de audiencia, vimos el miércoles por la noche a un Bravo Mena nervioso, a un Eruviel seguro que se resistió al enojo y a un Encinas contento.

Limitarse a definir el ganador de un debate televisivo es una reducción que impide apreciar los alcances del ejercicio. En vez de preguntarnos ¿quién ganó?, deberíamos plantearnos ¿quién cumplió los objetivos que se propuso?

Eruviel, puntero en las encuestas con poco más de 50% de las preferencias electorales se propuso eludir los ataques y no caer en provocaciones, de ahí su insistencia en mostrarse como el candidato de las propuestas. Su objetivo era no ver afectada su ventaja y al parecer lo consiguió.

Encinas, segundo lugar en las preferencias con 19%, se planteó arrebatar algunas preferencias al puntero pero evitar que se le acerque más el que le sigue los pasos, en este caso Bravo Mena con 12% de las preferencias. Por eso atacó al priista y se sacudió al panista. Todo indica que consiguió su objetivo.

Bravo Mena, por su parte, era el más obligado. Su objetivo era bajar a Encinas porque en la elección del próximo 3 de julio el segundo lugar importa, ya que tendrá implicaciones en las presidenciales de 2012. El panista estaba obligado, en la consecución de ese objetivo, a señalamientos contundentes memorizables por el electorado (el "hoy, hoy, hoy" de Fox o el "me dijo mariquita" de Labastida) para figurar en el debate y aspirar a remontar el tercer sitio. Al parecer no lo consiguió.

Algo que queda claro después de este debate es que no habrá declinaciones: Encinas y Bravo Mena ya se han dicho muchas cosas como para pensar en una sola candidatura que enfrente a Eruviel. Por otra parte, resultan muy interesantes los debates paralelos que han surgido en las redes sociales y que muestra cómo los candidatos mueven a sus equipos para utilizar a su favor esos nuevos espacios de comunicación.

Habrá que esperar ahora qué tanto se movieron los porcentajes electorales mismos. No es previsible que haya habido cambios notables: Eruviel con su cómoda ventaja, Encinas consolidando el segundo lugar y Bravo Mena en el sótano.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 635632

elsiglo.mx