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Los trancazos y arañazos del PAN

GENARO LOZANO

 E N el PRI decidieron no despeinar a su candidato de unidad en el proceso interno de selección. En el PRD una encuesta dio a luz a la "República amorosa", que hoy arropa también a su candidato de unidad. En el PAN, sin unidad aún, los dos precandidatos siguen el manual electoral y se lanzan contra la puntera.

En efecto, los electores nos quedamos sin la oportunidad de ver debatir a Enrique Peña Nieto con Manlio Fabio Beltrones y a Andrés Manuel López Obrador con Marcelo Ebrard. Tal vez los priistas y los perredistas sepan que abunda la literatura académica que mide el efecto de los debates presidenciales y que aporta evidencia que indica que tienen poco efecto en la intención del voto y por ello habrían preferido procesos simulados y candidatos de unidad.

La era de los debates presidenciales televisivos inició en Estados Unidos en la elección presidencial de 1960, cuando los entonces candidatos Richard Nixon y John F. Kennedy sostuvieron cuatro debates televisados entre septiembre y octubre de ese año. Así Nixon y Kennedy inauguraron la era de la "mediocracia", que ayudó a crear el mito del "adúltero americano", como llama Jed Mercurio a Kennedy en su excelente novela del mismo nombre. Muchos saben que la cámara televisiva se infatuó con Kennedy y exhibió el charolazo de la grasa y el sudor de Nixon en la frente, pero pocos saben que en la transmisión en radio de esos debates, los radioescuchas prefirieron la voz y las propuestas de Nixon. Al final, Kennedy llegó a la Casa Blanca, apenas por un .1% del voto popular o 112 mil 754 votos.

Sin embargo, en México ahí tenemos ahora a l@s precandidat@s del PAN, perdiéndose en acusaciones sobre "quién redujo la pobreza y quién la aumentó", sobre si un "ama de casa" podría dirigir la economía del país sólo porque sabe cuánto cuesta un litro de aceite. De igual forma, en Estados Unidos, los precandidatos republicanos llevan ya 12 debates televisivos y sostendrán el último del año esta misma semana.

Los debates entre precandidatos presidenciales, o ya entre candidatos, son una excelente oportunidad para que éstos tengan una exposición mediática gratuita, para presentar sus propuestas de campaña y para generar lo que se conoce como momentum en una contienda, pero más allá de ello los debates sirven para generar mejores candidatos, para que puedan pulir sus argumentos, para que se entrenen en el terreno de la sobreexposición y para engrosarles la piel. De lado de los electores, los debates ayudan para que obtengamos información importante sobre la capacidad de respuesta de un candidato ante momentos de presión, sobre su personalidad, sobre su temperamento explosivo o su prudencia ante la crítica.

Como ejemplo está precisamente la experiencia de los republicanos en Estados Unidos. Hoy las dos propuestas fuertes del Partido Republicano son el exgobernador Mitt Romney y el exrepresentante Newt Gingrich. Sin ese proceso de desgaste interno, las irresponsables candidaturas de Michele Bachmann y de Herman Cain seguirían siendo no sólo vigentes sino además posibles. Sin los debates republicanos, Rick Perry y su imagen de "niño guapo" seguiría siendo viable. Gracias a esos debates, hoy los republicanos tienen a los dos mejores precandidatos a la presidencia y los votantes republicanos ven a esos dos hombres como candidatos "aceptables", según la última encuesta de Gallup.

El proceso interno del PAN ha sido el más interesante precisamente porque sus candidat@s empiezan a contrastar sus propuestas y a descalificarse mutuamente. Una vez pasada la contienda interna, el PAN llamará a la unidad y quienes hayan sido eliminados de tal proceso deberán arropar a quien se quede con la candidatura.

De los debates del PAN me quedo con lo siguiente. Josefina Vázquez Mota ha estudiado de cerca las campañas electorales de otras mujeres en el mundo y en especial la de Hillary Clinton en 2008. Sin embargo, a Vázquez Mota se le fue el que creo hubiese sido un gran lema para su campaña. Cuando Ernesto Cordero afirmó en Guadalajara que "no se necesita ser ama de casa para saber cómo viven las familias en México, para saber los problemas que enfrentan", sin querer Cordero le regaló una frase a Vázquez Mota que ésta podría haber convertido en un buen mensaje dirigido a ese sector del electorado.

Más allá de las acusaciones entre Creel, Cordero y Vázquez Mota, hasta el momento la gran ausencia en los tres encuentros entre los precandidatos del PAN ha sido una crítica al presidente Calderón y un reconocimiento de los errores que ha tenido su gobierno. Es cierto, en la interna del PAN sólo Creel podría hacerlo, ya que él es el único que no ha sido funcionario en el actual gobierno, pero al final quien gane la candidatura deberá ir puliendo la autocrítica y ofrecer una verdadera alternativa a los seis años de Calderón, o correrá el riesgo de que López Obrador sea el que reduzca la distancia que los separa de Peña Nieto.

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