"Cuando los príncipes han pensado más en su tranquilidad que en las armas han perdido sus estados."
Maquiavelo
En un momento en que el Estado mexicano ha perdido en buena medida el monopolio del uso de la fuerza, los ciudadanos tienen sólo dos opciones: o rendirse ante el crimen organizado, que se ha convertido en el principal poder de algunas zonas del país, o enfrentarse a él con armas.
En la enorme mayoría de los casos los ciudadanos optan por la rendición incondicional. Enfrentarse a los narcos es impensable. El poder que tienen es enorme. Ni siquiera las policías se atreven a obstaculizar su labor. ¿Qué puede hacer ante ellos un ciudadano común y corriente?
Algunos valientes, sin embargo, están ya cansados y han empezado a negarse a la rendición incondicional. Este domingo 27 de febrero, por ejemplo, los habitantes del pueblo de Villa Cárdenas, en el municipio zacatecano de General Francisco R. Murguía, decidieron enfrentarse a un grupo de sicarios, al parecer de la banda de Los Zetas, que les habían exigido la entrega de sus armas.
Enfurecidos por la negativa, los sicarios lanzaron una granada a una casa de la comunidad y "levantaron" al delegado municipal, Jesús Torres, quien hasta el momento no ha aparecido. Los pobladores, sin embargo, respondieron con sus propias armas y dispararon en contra de los agresores. En el encuentro mataron a dos de los sicarios.
Aun cuando el tiroteo duró alrededor de seis horas, y a pesar de que hubo constantes peticiones de apoyo a las autoridades estatales de seguridad y al Ejército, nadie se atrevió a acudir en apoyo de la población. Las "fuerzas del orden" estaban, al parecer, demasiado atemorizadas.
A pesar del secuestro y presunto homicidio del delegado municipal, no les fue mal a los pobladores de Villa Cárdenas. No sólo conservaron sus armas sino que mataron a dos de los agresores. Pero no hay certeza de que los sicarios no regresarán a tomar venganza.
Otros casos de ciudadanos que se han defendido han tenido al final resultados dramáticos. Don Alejo Garza, empresario maderero de 77 años de edad, se negó en noviembre del año pasado a entregar su rancho de San José, cerca de la presa Padilla, en Tamaulipas, a unos sicarios que se lo exigían. Pidió a sus empleados y familiares que lo dejaran solo y preparó su defensa de manera metódica con las distintas armas que mantenía en el rancho. Cuando regresaron los criminales, los enfrentó a balazos. Mató a cuatro e hirió a dos. Pero los agresores, que eran muchos, lo cosieron a balazos antes de huir. Cuando llegaron los soldados, la batalla ya había concluido.
También terminó de forma trágica el valiente desplante de don Polo, Leopoldo Valenzuela Escobar, un hombre también de edad madura del estado de Durango. Ante la incompetencia o displicencia de las autoridades, tuvo que hacer él mismo las investigaciones para buscar a los secuestradores de su hijo, "levantado" el 23 de septiembre de 2010 y por el que ya había pagado un rescate. Aunque localizó a los criminales, y solicitó el apoyo de policías y hasta de la Presidencia de la República, ninguna autoridad se atrevió a detenerlos. Los secuestradores, sin embargo, sí se sintieron aludidos y el 4 de febrero lo ejecutaron sin contemplaciones.
Esperemos que los habitantes de Villa Cárdenas no corran la misma suerte de que don Alejo y don Polo. Si las autoridades no tienen la capacidad de proteger a estos valientes, qué caso tiene que mantengan sus cargos, los cuales supuestamente les otorgan el monopolio de la fuerza. Mucho gasta el gobierno en escoltas, pero sólo para proteger a los poderosos.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea determinó que las compañías de seguros no pueden ofrecer primas diferentes a sus clientes por razón de sexo. En la práctica esto significa que las mujeres, sobre todo las jóvenes, que tienen menos accidentes que los hombres, tendrán que pagar más por sus primas de seguro para subsidiar a los más descuidados hombres.
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