Hace semanas, en el Museo de la UAL, tuve la oportunidad de presenciar una mesa redonda en la que, luchadores de la región, expusieron sus puntos de vista.
Charly Montana, Discípulo, Radamantis, Ángel Maligno y Máquina 27, estuvieron dando respuestas a preguntas de dos profesores moderadores, en un evento que vistió la inauguración de una exhibición de máscaras de la Lucha Libre.
Excelente experiencia, que me permitió recordar mis tiempos de niñez, cuando asistía a la Plaza de Toros Torreón, a disfrutar de aquellas funciones dominicales.
Hoy día, muchos jóvenes universitarios asisten a tales espectáculos, pasando una velada de diversión y sonrisas, en una actividad muy mexicana y particularmente lagunera; debo recordarle que nuestra Comarca, tiene tradición y fama por los grandes luchadores que le ha dado a México.
Más allá de las peleas, con llaves y contrallaves, queda el mensaje sociológico y psicológico: la representación de la eterna lucha del bien contra el mal, batalla comúnmente resuelta a favor de los "técnicos", -los buenos- que entregan a los aficionados las enseñanzas de hacer lo correcto y atender reglas y principios de caballerosidad.
Me sorprendió la consciencia que tienen los luchadores, algunos con títulos universitarios; a los asistentes, nos explicaron el significado de sus vestuarios y máscaras -quienes las portan o no las han perdido en una pelea- aclarándonos: "el negro y colores oscuros, son generalmente utilizados por los 'rudos'", los malos, que no respetan reglas y se burlan de la ley, -del réferi- terminando, comúnmente, derrotados por los técnicos, que portan uniformes de gran colorido, donde los amarillos, rojos, azules, blancos, etc., en combinaciones llamativas, hacen las delicias de los asistentes, muchas veces humillando al malo, cumpliendo aquello del "triunfo del bien sobre el mal", según mitología de Joseph Campbell.
Este deporte-arte, requiere de habilidades físicas difíciles de alcanzar, luego disciplina y orden para poder mantenerlas.
"Estar bien entrenado es la forma de evitar lesiones", comentaron, lo que movió a los asistentes, quienes, por lo general, creemos que no requieren de gran preparación física.
Aún más: el luchador profesional debe esforzarse y hasta invertir su dinero en equipo de trabajo que incluye botas especiales, calcetones, mallas, calzoncillos y otros muchos accesorios que van desde máscaras de manufactura especial y alta resistencia, elaboradas con telas especiales que les permite tener una respiración y transpiración adecuada, hasta capas, batas, sacos, chaquetillas y más, todos de alto precio.
Sin duda, particularmente en los casos de los novatos, cuesta más el uniforme que la paga recibida, entonces preguntaron: "¿y por qué lo hacen?"; la respuesta fue contundente: "porque es una pasión, nos gusta y llena".
La Lucha Libre, hasta hace poco, fue uno de los deportes nacionales más socorridos y la masificación de la comunicación atenta permanentemente contra ella.
En la actualidad, han proliferado las arenas deportivas que presentan carteleras de lucha durante la mayor parte de los días de la semana, desgraciadamente la televisión proyecta programas nacionales e internacionales, haciendo una muy dispareja competencia a lo local, asfixiándola poco a poco.
El señor Raymundo Sifuentes, dueño de la colección de máscaras en exhibición, nos comentó de su pasión, que lo ha llevado a coleccionar cientos de ellas, haciéndonos notar lo delicado y detallado de la confección de tales prendas.
Uno de los luchadores asistentes comentó: "la máscara nos protege a muchos de nosotros, porque nos ayuda a ocultar lo interno de cada cual, las muecas de dolor y nuestros sentimientos más profundos".
Les permite expresarse en esa parte de arte que tiene la actividad atlética y, de paso, darles la oportunidad de comunicarse con los demás participantes de la función; un equilibrio muy particular y efímero del ego con el alter ego, reflejado por muchos de ellos en nombres y vestimentas.
Todo un tema de exploración para psicólogos y sociólogos. ¿Usted ya lo había analizado así?
Otro punto interesante para el público asistente, está en la oportunidad de expresarse, gritar, protestar y apoyar, a veces agredir a los luchadores; una verdadera catarsis del estrés y ansiedad, para continuar con el trabajo diario.
Es claro que, desde el punto de vista sociológico, la Lucha Libre es una vía de escape para la presión anímica del ciudadano común y corriente, quizá evitándole confrontaciones posteriores en la vida laboral y familiar.
Sé que la Lucha Libre Mexicana es la mejor de todas, por su técnica y cercanía a la grecorromana, aunque sea desvirtuada con agregados mercadotécnicos de diferentes tipos, particularmente en el extranjero, donde la violencia y el salvaje comportamiento rompe con la esencia de la idea original: lucha greco-romana, exhibición atlética-artística.
Propongo que profundicemos en el tema para rescatarla, como parte de nuestra idiosincrasia de mexicanos, así, de fondo, aunque sea parcialmente, haremos sobrevivir algo más de cultura mexicana.
Decídase. ¿Vamos a la lucha?
Ydarwich@ual.mx