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Made in USA

CARLOS FUENTES

Ueva York.- He estado evocando, en estos artículos de prensa, los acontecimientos de lo que se perfila ya, como un año histórico, 2011. Todo empezó, inesperadamente, en el norte de África. Regímenes dictatoriales de larga duración se desplomaron. Un cerillo encendido en Túnez por una víctima del régimen, acabó incendiando a la región. Cayó después de tres décadas en el poder Hosni Mubarak, al cabo exhibido en una jaula ante un tribunal. Tras cuarenta años de dictadura, Muamar El-Gadafi terminó insultado, humillado y asesinado por una turba en Libia, antes de que su cadáver fuese expuesto al público. El régimen sirio de El-Assad ha asesinado a miles de ciudadanos protestatarios y se encuentra contra las cuerdas, abandonado incluso por otros gobiernos autoritarios de la región, como la Arabia Saudita.

En Europa, las manifestaciones de protesta -los "indignados"- se han extendido de España a la Gran Bretaña y amenazan a Francia. Los gobiernos de Portugal, Irlanda y, sobre todo, Grecia, han recibido la crisis en pleno rostro, en tanto que la era Berlusconi terminó en Italia.

Ahora, la agitación ha cruzado el Atlántico. En los Estados Unidos, de Nueva York a California, pasando por Georgia, Massachusetts, Vermont, Oregon, Utah, Kansas y Michigan, se manifiestan más y más ciudadanos, jóvenes en su mayoría y, algunos, egresados de las grandes universidades de la costa este. Converso con algunos de ellos, que han estudiado conmigo. Son dueños de bachilleratos, licenciaturas, doctorados. Pero no encuentran trabajo. Las puertas se han cerrado para los más aptos. No hablemos de los menos instruidos, los jóvenes que se manifiestan de Oakland a Zucatti Park. La concentración en espacios públicos facilita la represión policiaca: el uso de la fuerza contra los manifestantes, la confiscación de libros, la arrestación...

El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ha ordenado el desalojo de las plazas públicas. La judicatura ha defendido el derecho a reunirse consagrado en el Bill of Rights de la Constitución. El alcalde ha permitido manifestarse pero no pernoctar. Pero los manifestantes regresan y su problema es que a ellos se unen, aprovechados, vagos y maleantes. Ello no resta importancia a la protesta pero plantea con urgencia un problema: mantener la protesta sin provocar a la autoridad. Menos difícil de lo que parece y más sutil, si tomamos en cuenta que las protestas acaban por fenecer, dispersadas por el regreso al trabajo y al estudio. En cambio, una organización permanente puede plantear, políticamente y a plazo más largo, la agenda que impulsa a las grandes manifestaciones que hemos visto estos últimos días.

Ante todo, señalar que el equilibrio social en los EU se ha roto. "Somos el 99%" dicen los manifestantes, es decir: la movilidad social que ha caracterizado al país se ha detenido. Las clases altas son cada vez menores pero más poderosas. Los demás -el 99%- sienten que las posibilidades de ascenso disminuyen o se cierran en un régimen post capitalista o de creciente concentración de la riqueza en muy pocas manos y para fines alejados de la colectividad. Los protestatarios indican que el capital sólo sirve al capital, que los valores de papel cambian de muy pocas manos a manos aún más reducidas. Que la función del capital como bien público y de servicio colectivo se pierde.

De allí el regreso -tardío- del presidente Barack Obama a los temas del desarrollo colectivo -infraestructura, vivienda, empleo, comunicaciones- a la hora en que los manifestantes, de Portland a Manhattan, ya han rebasado la agenda mediante la protesta pública. El problema para Obama es reencauzar la problemática políticamente y en vistas al año electoral de 2012. Lo ayudan notablemente los extremistas del "Tea Party" y candidatos como Michele Bachmann y Rick Perry, que aprueban la tortura en nombre de la seguridad.

Es difícil imaginar contraste mayor que este, entre la reacción ultramontana del Partido Republicano y la avanzada social de los manifestantes callejeros. Entre ambos, pero inclinándose hacia los segundos, el presidente Obama prepara -espera- su reelección el año entrante. Lo malo es que el descontento y la protesta amenazan con rebasar a las fechas e instituciones de la política.

A los protestatarios les interesa crear un espacio público y permanente para que las exigencias sociales no se esfumen, sino que adquieran un carácter político permanente. Por el momento, las manifestaciones han rebasado a ambos partidos pero reclaman espacio permanente en el espectro político.

Humor no falta. Las mansiones que en California han sido abandonadas por sus dueños y, algunas, puestas en alquiler. En una de ellas, ocho estudiantes pagan doscientos dólares al mes cada uno para vivir en una casa de elegancia extrema, donde los muchachos aprovechan jacuzzis, piscinas, cocinas de lujo y recámaras igualmente cómodas, para hacer sus tareas, preparar tesis, discutir clases y pasarla, como decimos en México, "a todo dar".

Para otros, hay arrestos, cárcel, expulsiones forzosas. En Portland, en Salt Lake City, en St. Louis, en Oakland, en Denver, en Boston y Atlanta y en Nueva York, Occupy Wall Street. El lema lo dice todo y nos pone en estado de advertencia, en México y en la América Latina, donde la injusticia y la mala distribución del ingreso pueden inflamar a las mayorías.

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