Si nueve de cada 10 mexicanos consideran hoy que estamos igual o peor en inseguridad que durante 2009, de acuerdo con la medición de los Escenarios políticos 2010-2012: Gobernabilidad y sucesión, de GEA, no hay marketing político que alcance a mejorar las percepciones sobre el gobierno ni las perspectivas de su partido en las elecciones de 2012.
Ni siquiera los elaborados mensajes, bien dichos por un entrenado Presidente, en sus presentaciones del viernes y el lunes -ni el buen marketing de promoción del Informe que hoy debe llegar a su fin- puede cambiar, a estas alturas del sexenio, la mala evaluación del gobierno y la estrategia en materia de seguridad de Calderón.
El reporte de GEA plantea una paradoja sobre la aceptación de buen número de encuestados para que los operativos continúen, pese a que un porcentaje amplio percibe que no cumplen sus propósitos, que aumentan los delitos y que la fuerza pública viola los derechos humanos. Ello nos habla menos de un apoyo a la estrategia y más de un aferramiento resignado a la parte del discurso presidencial que asegura que estaríamos aún peor si no se hiciera lo que se hace tal como se hace.
Para colmo, en las condiciones que registra el séptimo reporte de esta serie -de un gobierno con baja aprobación y un Presidente con bajos niveles de confianza- no parece haber capacidad para impulsar un giro en la estrategia, y menos bajo el apremio del rector de la UNAM o del movimiento ciudadano encabezado por Javier Sicilia. En este punto aparecería el temor presidencial de enviar la señal equivocada de una capitulación.
Este estudio parece ofrecerle al presidente la oportunidad de conectar con el 60% de la población que estima que la estrategia debe continuar pero con cambios, por ejemplo, algunos de los propuestos por el estudio de la UNAM coordinado por Jorge Carpizo. Con ese 60%, más el 16% que sostiene que la estrategia debe continuar, quedaría en el margen el 20% de quienes sostienen que ésta debe terminar definitivamente.
Un cálculo así sería factible en gobernantes concentrados en el gobierno y no en el abuso del cálculo electoral en cada decisión de Estado. Y más factible tendría que ser ante el dato del estudio que hace ver como muy remota la posibilidad de reducir el rezago del PAN en las intenciones de voto. Más bien, probablemente empeorará por el previsible deterioro de la economía nacional y familiar que se espera en pleno 2012. Son datos, sí, que podrían hacer aconsejable al gobierno concentrarse en el más redituable proyecto de alejar los riesgos para la gobernabilidad que en su hasta hoy ruinoso proyecto electoral.
CERO EN COMUNICACIÓN
El problema es que el notable -y seguro controvertible- repunte de Ebrard sobre López Obrador entre los partidos de izquierda -que registra el reporte- podría ilusionar al presidente hasta el punto de alentar nuevamente un proyecto de alianza PAN-PRD para descarrilar el avance del PRI a Los Pinos. Pero tampoco juntos, registran los números de GEA, podrían, hoy por hoy, vencer al antiguo partido dominante. En particular desde la óptica de la comunicación, difícilmente pueden ser más malas las cuentas de este Informe. Cuando el presidente dice que él ya hizo todo lo que tenía que hacer y que los que están en falta son Congreso, gobiernos locales e incluso la Corte, lo que confiesa es el incumplimiento del principal cometido de toda estrategia de comunicación presidencial: generar consensos para cumplir el programa degobierno. Y si la promoción de estas malas cuentas se somete a un buen marketing, las cuentas resultan peores, por la disonancia que produce un mensaje de triunfo procesado por casi tres cuartas partes de la audiencia que suman sus percepciones de preocupación, miedo y tristeza, por más del 60% que no cree seguro su empleo y por la mitasd que teme que el crimen atente contra candidatos, violente mítines e impida acudir a las urnas.