Tragedia. Pasó la tragedia.'No sé de dónde salió fuerza para sacarlos', dice Mercedes al recordar el incendio de su casa.
Todos la ven como una heroína, menos ella. Mercedes Villafaña, de 51 años, se define como una mujer "cobarde y miedosa". Quien conoce su historia no piensa así. El pasado martes rescató a sus cinco nietos. Sin ayuda, y en unos cuantos minutos, logró sacarlos de la hoguera en que se había convertido su casa.
Eran las 9:15 de la mañana de ese martes. Mercedes lavaba ropa en el pequeño lavadero de piedra, ubicado en un rincón del patio de la casa donde vive con su esposo, dos de sus cuatro hijos, un yerno y su nuera, además de sus cinco nietos.
Mercedes nunca se queda sola con los niños, pero ese día sí. Ella siempre ha vivido en la colonia Jaime Torres Bodet, en Tláhuac.
-¡Mira, tita!- le gritó su nieto Gael, de dos años.
El niño llevó a su abuela hasta la casa. Mercedes miró cómo el sillón se incendiaba. Poco a poco también la cama, cobijas, un librero, el televisor, la vieja máquina de coser y una carriola recién comprada para Ángel, de cuatro meses, quien dormía en el primer piso igual que sus primos Jassiel de 11 años, Vanessa de dos y Abimael de tres.
-Salte hijo, vete para allá y no entres- fue la orden que dio Meche, como la llaman sus nietos.
Dos días después del incendio y luego de 30 horas de observación en el hospital Rubén Leñero por las quemaduras que sufrió, la mujer está de vuelta en su casa.
"No me acuerdo de nada. No sé de dónde salió fuerza para sacarlos. Nada me importó. Sólo pensé en salvarlos", relata.
El saldo en el exterior de su cuerpo es favorable: un chipote en la cabeza; cabello y cejas chamuscadas, una quemadura de primer grado en el labio superior y una más en el brazo derecho. Pero del interior aún queda la duda. En el hospital no le realizaron una espirometría para conocer el estado de sus pulmones; la razón: no tenían el aparato para ello. Y Mercedes tampoco los 731 pesos para el examen médico.
Sus nietos, todos sanos. Sólo Abimael tiene quemaduras de primer grado en su mano derecha. "Recuerdo y me parece un sueño. Cierro mis ojos y lo revivo todo. Pido a Dios que borre mi mente para ver si un día lo puedo olvidar", dice.
Mercedes no tiene dinero, por lo que una terapia para superar lo ocurrido no es una opción.
"Si alguien nos puede ayudar con las ventanas, la puerta, una cama y a lo mejor una sala, si no es mucho pedir, se lo agradeceríamos mucho", dice mientras gira la cabeza y mira lo poco que quedó.
Ahora sus hijos pintan las paredes de color rosa para cubrir aquel negro recuerdo. La mujer de 51 años pidió perdón a sus hijos, por no cuidar bien a sus nietos.
Esther, la hija mayor y madre de Jassiel y Vanessa, sabe que fue un accidente. "A mi mamá le diría que la amo con todo el corazón. Si antes la valoraba, ahora mucho más porque mi mamá es un héroe".
El día del incendio, de la sala donde se originó corrió y con gritos los despertó a todos.
Primero a Jassiel, quien tomó a Abimael mientras ella se echaba en brazos a Vanessa y Ángel. Mercedes cayó al piso, se levantó, volvió a caer y ya de pié continuó. Jassiel también resbaló y Abimael tuvo que esperar en la escalera.
-No te muevas hijo, no te muevas, yo vengo por ti, le dijo.
Afuera, los vecinos intentaban apagar el fuego a cubetadas. Mercedes dejó a los tres niños a salvo y regresó a la hoguera. Llegó hasta Abimael, pero el fuego ya los había alcanzado. El cabello de Mercedes se incendiaba. Al salir con su nieto una cubetada cayó sobre su cuerpo. Se desvaneció y cayó al suelo.
A sus 11 años, Jassiel, el nieto mayor de Mercedes, tiene en casa a un superhéroe: su abuela. "Porque si no hubiera sido por ella, a lo mejor hubiéramos muerto. Gracias mamá Meche", le dice.
EL UNIVERSAL
