MANO IZQUIERDA
El pago de las colegiaturas a lo largo de los años se ha convertido en un tema trascendental para la gran mayoría de los padres de familia que deciden hacer un esfuerzo para que sus vástagos tengan una educación que se presupone es de mayor calidad que la pública. Escuchando un programa de radio recientemente se expuso este tema, para el cual se invitó a un representante de la Secretaría de Educación Pública y de otra persona encargada de defender los derechos de los consumidores. Se habló de que eran medidas necesarias...
... para la institución privar del servicio, sobre todo en exámenes a los alumnos que no hayan cumplido con su obligación de pago oportuno. Por el otro lado se ofrecía la explicación de que esta era una medida arbitraria y sin apego a le Ley, ya que el que asumía la responsabilidad de pago era el padre o tutor y no el niño o joven que no debían ser privados de su derecho a ser evaluados.
Existen dos vertientes según mi punto de vista, una sería el de los responsables del pago, a quienes desde un inicio les queda claro cuánto es el monto de las mensualidades que deben cubrir así como la fecha límite que se tiene para hacer el depósito. La responsabilidad estriba en que los padres deberán de sopesar si es plausible inscribir a su hijo en tal o cual institución educativa, tomando en cuenta los compromisos contraídos con anterioridad y sobre todo el estilo de vida al que accederían sus hijos ingresando a tal o cual escuela.
Esto puede generar un conflicto sobre todo cuando se piensa que sólo las colegiaturas serán las que se pagarán a lo largo del año, sin tomar en cuenta los libros, los materiales, los uniformes, los cumpleaños, traslado o hasta las carísimas cuotas de las cafeterías dentro de los centros educativos, que aparte de tener alimentos poco nutritivos, afectan la economía familiar de manera considerable.
Del lado de los colegios, se debería tener la sensibilidad para no perseguir a los hijos de los padres morosos, que en la mayor parte de las ocasiones no se guardan el dinero para comprar los abonos del "Santos", o para comprar una que otra cerveza familiar, sino porque la situación económica, más en nuestra región, se ha vuelto cada día más precaria.
Esto ocasiona tensión en el padre de familia y sobre todo en el hijo que nada debe ni teme en este tema, máxime porque no tiene la capacidad económica para realizar el pago y se ve afectado en sus exámenes y posteriormente en su calificación.
Desde luego cada situación en la vida tiene las dos caras de la moneda, del lado del consumidor hablaríamos de una toma de conciencia de los pagos que se deben de realizar y no postergar las colegiaturas para regalarle a su esposa un coche este mes del amor, ni para irle a gritar injurias al personaje más odiado de la noche a la mañana en la región como lo es Rubén Omar Romano, que dicho sea de paso es el único técnico del Santos Laguna en llegar a dos finales consecutivas.
Del lado de las instituciones privadas tener un poco de consideración con las familias que tienen el compromiso de pagar, pero por diferentes circunstancias ajenas a su deseo, dejan el pago para el último día, no por sentir que tienen las pompas de William Levy por tanto dinero en la cartera, sino porque tratan de reunir el dinero hasta el final del día.
Un ejemplo positivo de esto es una experiencia que me comentó una amiga, la cual no había pagado una sola colegiatura de su hijo universitario en todo el semestre, sin que esto afectara en lo mas mínimo la presentación de exámenes de su vástago. El compromiso que se hizo con el mismo rector fue que al final de semestre la madre se presentara y pagara la deuda → → integra, cosa que hizo la citada madre de familia y tan contentos como al principio.
Sé que es difícil para las dos partes tomar en cuenta la otra, pero aquí la pregunta sería ¿Quién es el más perjudicado? ¿Para quién es el beneficio de la educación? Por cierto el ejemplo anterior ocurrió en una escuela que no por nada es la número uno en educación privada del país. Por algo será, ¿No lo cree?