MANO IZQUIERDA
El señor Joaquín y el Posada del Río
Pero hablaremos de lo bueno y lo excelente: el servicio. Encontrar al señor Joaquín como jefe de meseros de este restaurante es un gran acierto de parte de la administración, con una rapidez para atender además de una amabilidad genuina y sobre todo la capacidad para sugerir platillos, que muchos de los comensales agradecen.
Encontrar en estos días a personas con actitud de servicio es complicado, máxime en los jóvenes que pareciera que entienden el servicio como servilismo y ser "agachón" con los clientes.
Pensar que el servicio le da el plus a los negocios y hacer que el cliente se sienta satisfecho parece ser una de las grandes virtudes de Joaquín, que hace que los clientes se vuelvan asiduos al lugar lo que provoca que el negocio, que finalmente es eso, se mantenga dentro de los estándares de ganancias.
Desafortunadamente en La Laguna nos encontramos con centros atendidos por jóvenes que lo que más denotan es su falta de educación para atender, así como el no estar convencidos del trabajo que realizan, y de creerse más jefes que los propios dueños mostrándose prepotentes tanto con proveedores como clientes, cuando parece que el haber estudiado la carrera de químico farmacobiólogo y terminar en un bar le es tremendamente frustrante para su pobre autoestima.
No con lo anterior queremos decir que ser joven implica ser prepotente o irresponsable, habrá adultos que así lo sean, pero en referencia al caso del capitán de meseros del Posada del Río, nos habla más que de preparación, de vocación al momento de servir, además de mostrarse como un ejemplo para muchas de las personas que piensa que el trabajo lo hace mejor a uno como persona, cuando es precisamente al revés, es uno el que hace que el trabajo brille.
Desde luego no queremos que el próximo café o huevos rancheros lleguen más rápido el próximo domingo que desayunamos por ahí, pero sí queremos felicitar al señor por el servicio, la dedicación y sobre todo la atención, incluso al acordarse de los nombres de todos los clientes, cosa que se ve en pocas ocasiones.
Por lo pronto, cuando desayune en el Posada, pregunte por Joaquín y verá qué tan cierto es lo que le comento.
Desde hace varios años somos asiduos como familia a asistir a desayunar a algún lugar los domingos. Como es costumbre en nuestras lindas ciudades de Gómez Palacio y Lerdo, no existen muchos de estos espacios, a no ser por las tremendas gorditas que van desde 4 por 10 hasta las que cuestan eso pero por una sola. El hotel que mencionamos ofrece un desayuno agradable, con buena música y muy buena atención, no sin uno que otro mesero mal encarado o el jugo de naranja más caliente de la región.