Hablando de patentes, uno de los temas más controvertidos en los últimos años ha sido el de las patentes de medicamentos. Al respecto, la postura de los grandes laboratorios es que gracias a las patentes se generan nuevos medicamentos que contribuyen a la cura de las grandes enfermedades de la actualidad, afirmando que de no obtener el derecho exclusivo a la explotación de sus nuevos medicamentos (a través de una patente), no habrá incentivos a la investigación médica y farmacéutica ni desarrollo de nuevos medicamentos, ya que los últimos medicamentos que se han generado han surgido de dichos laboratorios y no de la investigación que se realiza en el sector público. Por otra parte, existe un sector que desea la abolición de las patentes en virtud de que a causa de ellas, los grandes laboratorios establecen precios que consideran fuera del alcance de un gran sector de la población, lo que significa en muchas ocasiones una sentencia de muerte por falta de recursos. Al respecto, a principios del presente siglo, el Gobierno de Sud-áfrica emitió una Ley que permite la producción de medicamentos contra el Sida a precios más accesibles que los ofertados por los dueños de la patente (gigantes como Merck, Bristol-Myers Squibb y Glaxo Wellcome), anulando con ello los derechos de propiedad de intelectual de dichas farmacéuticas, las cuales respondieron con un juicio que pretendía anular dicha ley, sin embargo después de una fuerte gestión por la Organización Mundial de la Salud y de Médicos Sin Fronteras, las multinacionales retiraron la demanda y bajaron sus precios en dicho país. Sudáfrica no es el único país en donde se ha legislado de esa manera, Rigoberta Menchú (Premio Nobel de la Paz en 1992), inició un movimiento similar en Guatemala logrando la promulgación de una ley que abolía las patentes de medicamentos, ley que fue vetada por el mismo gobierno en 2005 luego de fuertes presiones por parte del Gobierno de los Estados Unidos que abogaba por los derechos de propiedad intelectual de sus farmacéuticas, al respecto cabe destacar que se le adjudicaba a Rigoberta Menchú ser socia de la franquicia mexicana "Farmacias Similares". Tailandia es otro país, que junto a Sudáfrica mantienen leyes que no permiten la explotación de patentes de medicamentos en sus territorios. Al respecto la Organización Mundial de la Salud se pronunció en 2003 a favor de la eliminación de las patentes de medicamentos, cuando éstos significaran la cura de enfermedades de gran relevancia. En lo personal, creo que hay parte de razón en ambos bandos, por un lado considero justo que, a quien invierte en investigación se le otorgue el derecho a explotar su invención de manera exclusiva durante un determinado tiempo (esa es la esencia de la propiedad intelectual), sin embargo también considero necesario que al tratarse de medicamentos que puedan salvar la vida de millones de personas, los precios de dichos medicamentos sean accesibles a toda la población, por lo que más que abolir las patentes creo que la solución está en establecer un sistema que permita determinar los precios de los medicamentos de patentes de una manera justa para ambos sectores, además de que considero se debe revisar la temporalidad de la vigencia de las patentes en medicamentos que curan enfermedades letales (en México las patentes tienen una vigencia de 20 años). Creo que una propuesta justa sería: 5 años de exclusividad al dueño de una patente, con la consigna de que el previo de su medicamento debe ser accesible a todos los sectores de la población... ¡hasta la próxima!
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