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¿Marcelo Ebrard o AMLO?

GENARO LOZANO

Las cartas ya fueron echadas. El fin de semana pasado se realizó el levantamiento de dos encuestas en vivienda que definirán si Marcelo Ebrard o Andrés Manuel López Obrador será el candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática (PRD). El resultado será dado a conocer el martes 15 de noviembre.

Las elecciones internas de los partidos políticos sirven en primer lugar para escoger a la persona que competirá por un cargo de elección popular, pero cuando son abiertas a todos los votantes sirven también para darle legitimidad a tal candidatura, al permitir que los votantes que no militan en ese partido tengan un peso al definir esas candidaturas.

Al abrir sus elecciones internas, los partidos buscan posicionarse más allá de su elector de base y coquetean con los votantes duros de los otros partidos y con el amplio sector de los electores que se llaman independientes y como resultado encuentran fórmulas de candidaturas más democráticas e incluso candidatos más competitivos.

Los votantes independientes que pensamos que un proyecto de izquierda, o de izquierdas si se quiere, es indispensable para 2012 nos quedamos con las ganas de ver a Ebrard y a López Obrador debatiendo sus propuestas, ofreciendo soluciones a los problemas que enfrenta el país hoy, encarando sus errores y sus aciertos.

Al final, los perredistas optaron por enfrentarse en los medios, de manera indirecta, por lanzarse mensajes de conciliación, por reunirse fuera de los reflectores y acordar el método de selección y por emitir declaraciones en las que ambos afirman que "respetarán el resultado de las encuestas".

Del proceso interno de selección del PRD nos quedamos entonces como actores pasivos. No pudimos saber por ejemplo que López Obrador es un conservador en torno a los temas de la diversidad sexual y a los de los derechos sexuales y reproductivos. No pudimos oírlo explicar por qué cuando era jefe de Gobierno y se debatía en la Asamblea Legislativa la Ley de Sociedades de Convivencia, López Obrador intentó llevar esa ley, que buscaba un primer reconocimiento legal a las parejas del mismo sexo, a una consulta pública. No pudimos oírlo reflexionar a la distancia y decir si sigue creyendo que los derechos de las minorías deben ser sometidos a la votación de las mayorías.

Ayer Jesús Silva Herzog Márquez escribía en las páginas de Reforma que podría haber una sorpresa en la izquierda y que López Obrador "tiene mucho que ganar perdiendo la candidatura presidencial del PRD" y reconociendo a Ebrard como el ganador, si es que eso sucede. Estoy de acuerdo con esa lectura.

En efecto, me parece que la mejor opción para el PRD es Marcelo Ebrard. Todo 2008, 2009 y la mitad de 2010 estuve en Nueva York, lejos de la Ciudad de México, pero siguiendo lo que acontecía en ésta. En estos años he observado cambios importantes en la calidad de vida de la capital mexicana, como el hecho de que en estos cinco años la Ciudad de México haya ampliado las libertades y derechos de su ciudadanía con leyes como la del matrimonio igualitario, así como desarrollado un programa de movilidad que privilegia el uso del transporte público y las bicicletas, aunque también con la errónea decisión de continuar con proyectos que favorecen el uso del automóvil como la Supervía.

Si hace apenas unos cuantos años la Ciudad de México era sinónimo de violencia, de secuestros exprés, de miedo al salir a la calle, hoy es sinónimo de recuperación del espacio público, de una ciudad incluyente, del primer lugar en el índice de desarrollo humano de México, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, de una ciudad con un Plan Verde que tiene 92 kilómetros de vialidades para transporte con cero emisiones, de acuerdo con Setravi, y de la entidad del país con los programas sociales más cercanos a un Estado de Bienestar.

El 15 de noviembre vendrá una división en torno a quién gane la encuesta y la candidatura presidencial. López Obrador en efecto señaló en tres ocasiones recientemente que él y su movimiento, "Morena", apoyarían a Ebrard si éste ganara la candidatura.

De la negociación que vendrá entonces entre los dos perredistas se juega no sólo la candidatura presidencial, sino quién de los dos tendrá el control del Distrito Federal y si los votantes tendremos una opción de izquierda que pueda replicar las políticas públicas de la Ciudad de México en todo el país. De perder, AMLO tendría en efecto la oportunidad de reivindicarse.

De ganar, Ebrard tendría que empezar por corregir la descoordinación que hay entre sus plataformas -Equidad y Progreso y Demócratas de Izquierda, principalmente- y, como me dijo un legislador perredista recientemente, aprender una ecuación matemática básica que parece no haber aprendido en el Colegio de México: la suma.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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