El presidente Felipe Calderón felicitó el pasado viernes al titular de la Defensa Nacional, Guillermo Galván, por encontrar lo que se ha considerado el plantío más grande de marihuana, ubicado a un costado de la carretera Guerrero Negro -Ensenada, en la península de Baja California.
El hallazgo del Ejército fue calificado por Calderón como un “gran golpe” a la delincuencia organizada. El presidente no exagera ya que el plantío comprendía 120 hectáreas y según la Sedena por las dimensiones del área se hubieran producido 120 toneladas de marihuana (las plantas tenían ya una altura de 1.5 metros) con las que se podrían elaborar 60 millones de cigarrillos de dos gramos cada uno.
De acuerdo a proyecciones del mismo Ejército este plantío de marihuana dejaría ganancias al narcotráfico de cerca de 158 millones de dólares. Incluso las autoridades han informado que este plantío era propiedad de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Pero más allá de los discursos triunfalistas, estamos obligados como sociedad a preguntarnos por qué las autoridades no habían descubierto este plantío que estaba equipado con comedor, alojamiento, baños y cocina.
¿Cómo se puede esconder 120 hectáreas que además tienen un complejo sistema de riego y estaba cubierto en su totalidad por “mallasombra”? Acaso dicha malla es suficiente para ocultar este campo que según el Ejército daba trabajo a más de 60 personas.
A nivel local el hallazgo de este plantío hace recordar los narcolaboratorios encontrados hace un par de años en la sierra de Durango cuando era gobernador, Ismael Hernández Deras. En este narcolaboratorio había toda la tecnología necesaria para la producción de drogas, al mismo tiempo que se contaba con todas las comodidades para vivir.
Cuando fueron encontrados dichos narcolaboratorios fue noticia para todos, menos para quienes vivían en esa zona. Algo similar debe suceder en Baja California; y es que resulta incomprensible que los ciudadanos comunes y corrientes conozcan dónde se vende y produce droga y en contraste las autoridades “ignoren” dicha información.
Mucho deberán explicar las autoridades municipales, estatales e incluso federales sobre cómo es posible ocultar 120 hectáreas dedicadas a la producción de marihuana y no ser molestado.