En uno de esos momentos deportivos que uno no se puede perder, miles de aficionados cubrían cada centímetro de espacio en la colina detrás del green del 10mo hoyo en el Congressional.
La gente se apretujaba en el mirador del club, con la cara pegada a las ventanas o apoyada en la baranda del balcón, para ver a Rory McIlroy terminar una actuación nunca antes vista en el U.S. Open.
"Era el Tiger Woods de hace 11 años", dijo Ian Poulter.
En algunos aspectos, fue incluso mejor.
McIlroy, que despertó compasión con su derrumbe en el Masters, jugó con tanta perfección el viernes como lo permite el golf, en un salto espectacular al libro de records. A los 22 años, el norirlandés se convirtió en el primer jugador en los 111 años del torneo que llega a estar 13 bajo par y, a pesar de un doble bogey al agua en el hoyo final, sus 66 golpes, cinco bajo par, fueron suficientes para registrar un récord tras 36 hoyos con 131 golpes, 11 bajo par.