México y Argentina: fútbol en decadencia
La liga mexicana de fútbol ha venido a menos. Semana a semana, el pobre espectáculo que se brinda en las canchas se refleja en las reducidas entradas a los estadios del país. Al sur del continente, son varias las similitudes que nuestro balompié guarda con el de Argentina, que también va a la baja.
Con la instauración de los torneos cortos en México, el título de campeón se abarató. Al Santos Laguna le tocó conseguir su primer campeonato cuando empezó esta nueva modalidad el segundo semestre de 1996. En aquella época se les denominó torneos de Invierno y de Verano.
A partir del Invierno 96, 11 equipos han logrado coronarse. Los Diablos Rojos del Toluca lo han hecho en siete ocasiones; Tuzos del Pachuca en cinco; Pumas de la UNAM, Santos Laguna y Rayados del Monterrey en tres; Águilas del América y Chivas Rayadas del Guadalajara en dos; mientras que La Máquina del Cruz Azul, Rayos del Necaxa, Monarcas Morelia y Potros del Atlante lo han conseguido una vez. Salvo Toluca y Pachuca, la inconsistencia reina en el medio nacional. Una escuadra puede tener el primer escaño en una temporada y la siguiente pelear con los de abajo. De la cima a la sima hay un solo paso.
La mediocridad que impera ha sido alentada por el sistema de competencia de la Primera División mexicana, actualmente con 18 conjuntos divididos en tres grupos. Los dos primeros lugares de cada fracción ingresan a la Liguilla por el título, al igual que los mejores terceros puestos. En este escenario hay dos posibilidades: que avancen los principales ocho en la tabla (por lo cual la división antes citada es irrelevante) o que algún segundo lugar con muy pocos puntos le quite la oportunidad a un cuarto que tuvo un papel superior durante el torneo. Así, en México lo importante no es llegar en primer sitio, sino llegar. Un noveno puede ser campeón.
Los torneos cortos exigen resultados inmediatos; si no se dejan ver, lo más fácil es despedir al entrenador, por eso escasean los proyectos a largo plazo y muchos directores técnicos apuestan por sacar puntos como sea, sacrificando el espectáculo.
En Argentina implementaron los torneos cortos desde 1967. El de la primera parte del año se llamaba en ese entonces Campeonato Metropolitano de Fútbol, mientras que el de la segunda mitad era conocido como Nacional. Estas competencias dejaron de jugarse a partir del Campeonato de Primera División 1985-86, cuando se estableció la realización de un solo torneo por temporada. Pero en el 91 se retomaron los campeonatos cortos, ahora denominados Apertura (segunda mitad del año) y Clausura, nombres que posteriormente fueron adoptados en México.
Por otro lado, una característica de ambos países es que en ninguno se juegan los Torneos de Copa, en los cuales se enfrentan equipos del máximo circuito con escuadras de divisiones inferiores: segunda, tercera y hasta cuarta.
NO DESCIENDE EL MÁS MALO
Aunada al régimen de calificación que estimula el mínimo esfuerzo, está la forma en que un conjunto pierde la máxima categoría. Lejos del modelo europeo en donde los tres que hacen menos puntos durante toda la liga bajan de nivel o juegan una promoción, aquí y en Argentina se utiliza un sistema de ‘porcentajes’ o ‘cocientes’ que se obtiene dividiendo la suma de los puntos obtenidos en los últimos tres años (seis torneos cortos) entre el número de partidos disputados. Quienes sufren más son las oncenas de reciente ascenso, ya que su cociente es volátil y tardan en recuperarse de una mala racha.
En un inicio se pensaba que con este sistema se protegería a los llamados ‘equipos grandes’, pues difícilmente uno con buena infraestructura y recursos económicos hilaría seis torneos con escasa puntuación, aunque a veces la realidad es otra. Lo que genera este método es que una escuadra que tuvo cuatro buenos campeonatos se pueda dar el lujo de ser mediocre en los dos siguientes. En México, el poderoso América ya ha estado cerca de la quema del descenso.
Actualmente en la liga de Argentina las plantillas de mayor arrastre, Boca Juniors y River Plate, están debajo del lugar 10 en la lucha por no descender; Boca es el undécimo, mientras que los llamados Millonarios ocupan la nada honrosa posición 16. Incluso en 1981 San Lorenzo no pudo evitar el descenso, aunque el River alcanzó a salvarse mediante el sistema de promedios.
GRANDES EN DECADENCIA<7strong>
De lo anterior se deduce que los ricos también sufren. En los torneos cortos mexicanos (29 a la fecha) los cuatro eternos favoritos y de mayor convocatoria, Cruz Azul, América, Chivas y Pumas, sólo han obtenido ocho títulos: el 27 por ciento.
El hecho de que los predilectos no figuren entre los más altos sitios repercute en que las ligas pierden proyección a nivel internacional, dado que los representantes en las copas continentales (Libertadores y Copa de Campeones de la Concacaf) no son equipos de elevada jerarquía.
En la liga pampera, los triunfadores de los últimos años han sido clubes como Estudiantes La Plata, Argentinos Jrs., Banfield y Lanús, mientras que River y Boca han logrado entre los dos sólo nueve de las últimas 21 ligas.
LIGAS AVEJENTADAS
Una notable cantidad de veteranos se desenvuelve en los conjuntos de Primera División tanto en México como en Argentina, siendo difícilmente material de selección nacional y ocupando un lugar donde podría caber el joven talento.
Los porteros Miguel Calero (Pachuca) y Óscar Pérez (Necaxa), el defensa Paulo César Chávez (Necaxa), los volantes Ramón Morales (Tecos), Pável Pardo (América) y delanteros como Juan Francisco Palencia (Pumas), Jesús Arellano (Monterrey), Carlos Ochoa (Tigres) y Rodrigo Ruiz (Santos), se niegan al retiro de las canchas, pese a que en numerosos casos su desempeño dista de parecerse al de sus mejores años.
En Argentina pasa algo similar con jugadores como Martín Palermo (Boca), Juan Sebastián Verón (Estudiantes La Plata), Guillermo Barros Schelotto (Gimnasia y Esgrima), Guillermo Franco (Velez Sarsfield), Mauro Camoranesi (Lanús), Esteban Fuertes (Colón), Rolando Schiavi (Newell’s Old Boys) y Matías Almeyda (River Plate).
La edad de todos estos elementos ronda entre los 33 y los 39 años. Y aunque su calidad y técnica no están en discusión, la velocidad de sus piernas ya no es lo que fue y ello se refleja invariablemente en el nivel de una liga.
Asimismo es de extrañar cómo ciertos futbolistas que pasan sin pena ni gloria por nuestro país, luego ‘la rompen’ en Sudamérica. ¿Será que allá sí les exigen y les pagan conforme a resultados?
Por otro lado Argentina, habitual exportador, se queda cada semestre sin sus mejores jugadores, que se integran a equipos de todo el orbe (mayormente europeos). Parece que en los últimos años el país ha sido incapaz de frenar el éxodo de figuras y no ha sabido encontrarles un reemplazo adecuado. A cambio de eso, le dan cabida a ‘cartuchos quemados’, que brillan a medias ante la ausencia de nuevas opciones.
BARRAS, UNA TRADICIÓN IMPORTADA
Qué mejor ejemplo de la relación entre el fútbol mexicano y el pampero que las famosas ‘barras bravas’. Pachuca importó esta forma de animación a nuestro territorio directamente del Cono Sur; a finales del siglo pasado trajeron a algunos líderes para organizar su propia manifestación de apoyo en el Estadio Hidalgo.
En la Comarca Lagunera destaca La Komún, barra que surgió de lo que antes era conocido como Sol Plateas, sector del viejo Estadio Corona. “Era un movimiento pequeño, apenas llegaba a los 50 integrantes y fue creciendo hasta ser 1,000 en toda La Laguna”, relata Cervando Rendón quien desde los 13 años pertenece a la agrupación de seguidores.
Cervando y sus compañeros no niegan el origen de las barras, ni que en México se canta y se brinca al igual que en Sudamérica. Pero aseguran que ellos intentan imprimirle el sello de casa por ejemplo a los cánticos, a los cuales a veces les ponen el ritmo de la cumbia lagunera.
Actualmente La Komún engloba a unos 600 aficionados. Para Christian, uno de sus líderes, la barra deberá crecer hasta que llene toda una cabecera del estadio. Admite que le gustaría que logren ser como Los Borrachos del Tablón, barra del River Plate.
UNA DURA REALIDAD
Más allá de las estadísticas de la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS), que ponen a Argentina como número siete del mundo y a México en el puesto 10, ambos circuitos del fútbol han dejado mucho que desear entre sus aficionados. No es raro que la intensa lucha se viva en las tribunas y no en las canchas. El color está en las porras y las barras bravas. Abajo, donde las figuras se baten a duelo, sobresalen esquemas defensivos de equipos que juegan al error del contrario para tratar de salvar la categoría, buscar ‘puntitos’ como visitante y arañar la posibilidad de meterse a la disputa por el título... aunque sea en el último minuto. Lejos del modelo europeo, donde se busca la excelencia, el fútbol azteca y el pampero parecen estancarse.
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