'Contra Estados Unidos siempre son partidos especiales, no hay amistosos ante ellos', dijo Giovani Dos Santos al terminar la práctica de ayer. México y EU van por la supremacía
Pareciera una lucha interminable. Sin importar quién fue el ganador de la última batalla, cuando la sangre llama es imperdonable. La eterna competencia por ser el mejor no perdona. No importa dónde se juegue siempre hay que vencer al más odiado rival, incluso realizando lo impensable.
El poder, el orgullo y el honor están en juego, pero el encuentro trasciende el balón y se traduce en el estado de ánimo de todo un pueblo. Aquellos que están lejos de su tierra tendrán una pizca de su patria, los demás seguirán alimentando su ferviente necesidad de tener una oportunidad para ser superiores. Del otro lado, no quieren ser víctimas de lo ajeno y verse humillados una vez más por sus "invitados".
México y Estados Unidos se enfrentarán de nuevo hoy miércoles con sed de revancha. Hay heridas en ambos bandos que aún no sanan, que están tatuadas en el ego de la afición y que no saldrán fácilmente: los aztecas aún no olvidan aquella derrota en octavos de final en el Mundial Corea Japón 2002; el cuadro de las barras y las estrellas no perdonará aquellas derrotas en las finales de Copa Oro 2009 y 2011.
Cada vez que se enfrentan estos antagonistas se encienden las tribunas, los seguidores toman como personal cada jugada y esta vez no será la excepción. Las eliminatorias para Brasil 2014 están por comenzar y ambos bandos quieren llegar como los mejores de Norteamérica.
México está fortalecido tras la última conquista de la Copa Oro y el reciente campeonato en el Mundial Sub-17 de la FIFA. Los Tricolores tienen nuevos héroes y son prácticamente el único equipo que juega con el apoyo de todo el estadio en dos países distintos.
Estados Unidos ha desarrollado su futbol cada vez mejor, su liga está creciendo exponencialmente, pero las derrotas en la Copa Oro dejaron huella en su combinado. Los estadounidenses hicieron a un lado a quien fuera su seleccionador, Bob Bradley, y llega al timón Jurgen Klinsmann, ese mismo delantero que fue parte de la selección alemana que eliminó a México en Francia 98 en octavos de final.
El inmueble que recibirá el clásico de Norteamérica será el estadio Lincoln Financial Field en Filadelfia, casa de las Águilas de la NFL, que tiene capacidad para más de 67 mil personas sentadas y cuenta con 10 años de vida.
México vivió uno de los mejores veranos de su historia, futbolísticamente hablando. Se coronó campeón de la Copa Oro 2011 y, unas semanas después, en el mítico Estadio Azteca el Tricolor Sub-17 también concluyó como campeón mundial de la especialidad.
Las ilusiones están renovadas, la Selección Mexicana dejó en claro quién es el gigante de la zona y está en un momento clave donde puede conjugar la experiencia de los jugadores que ya radican en las mejores ligas del mundo y la nueva generación de campeones del mundo que vienen con un gran futuro por delante.
José Manuel de la Torre cumplió con creces su primer torneo oficial. Los jugadores ya formaron un sólido grupo capaz de regresar ante cualquier circunstancia, demostraron su talento, tanto individual como colectivo, y están amalgamando una extraordinaria relación con la afición.
En Estados Unidos está fincada su más grande rivalidad en un campo de futbol, a pesar de que se enfrenten amistosamente, la Selección Nacional llevará a sus mejores hombres pues saben que no se pueden dar ningún tipo de lujos.
Mientras, ante los recientes resultados, los estadounidenses con nuevo técnico tratarán de girar la balanza a su favor por lo menos en lo anímico.