No, no es tan mala como parece. Pero tampoco es tan buena como ella ha de pensar. El andar entre lobos lo menos que aprendió es que debe ser auténtica. Dice que tiene mala fama y la mera verdad es que se la ha ganado a pulso. No que esa reputación sea resultado de una actitud perversa, lo execrable es que cualquiera que estuviera en su lugar llevaría ese sello. En algo se habrá esforzado para cargar con esa popularidad. No cualquiera se libra de verse involucrada andando en terrenos que son propios de varones. Además debe sentirse satisfecha, manejar un gremio de difícil conducción, el más duro. No cualquiera, mucho menos quien ha tenido que luchar para imponerse. Los días que cursan son tranquilos a pesar de que no ha podido frenar tanta infamia y pensando en el país lo menos que ha podido hacer es tomar su lanza y luchar a brazo partido contra los dragones que la acechan. Sin embargo, en su fuerza está su debilidad. Mientras más arriba se llega más enemigos va dejando en cada peldaño. Los mismos que ahora la elogian arrimarán los leños en el cadalso. Los fantasmas del pasado despertarán en su cama. Ya se oyen sus pasos en el cuarto de al lado.
Y es que contra el que trae la cuchara por el mango, nada se puede, por débil que parezca. No por otra cosa sino porque su arribo al poder fue de la mano de quien depende el arbitrio en esta nación. Sería, usando un lenguaje coloquial, como darle de patadas al pesebre. No hay que confundir la gimnasia con la magnesia. Si quienes ahora se dicen sus aliados la quieren hundir nada les cuesta indicarle un camino equivocado. Si con Jonguitud supo aprender cómo se camina en hielo quebradizo, debe asistir a la última clase, cuando a éste lo pusieron a patinar en el agua y lo único que hizo fue apretarse la nariz sin atreverse siquiera a respirar. Él sabía lo que debería hacer y lo que no podía. Llegó el ventarrón y lo derrumbó, sin siquiera meter las manos. Mientras caía en un abismo profundo y negro, se le oyó musitar: gracias, muchas gracias por dejarme que conociera a mis nietos. Eso es el resultado de equivocarse creyéndose invencible. No debe buscar a quién apoyar sino quien la apoye. Su última gracia fue hablar de más, de pactos y cosas semejantes, y como dice la letra de conocida canción "ése no perdona nada". ¿Qué no ha oído que juró que por nada del mundo, mientras él fuera el macizo, el PRI regresaría al poder?
Ha dicho que Miguel Ángel Yunes está muerto,(le faltó decir que ya lo llevan a enterrar, entre cuatro zopilotes y un ratón de sacristán) si mucho se descuida, él puede ser el que martille el último clavo en la tapa de su atáud. En ese "cariño de a de veras" puede que él se haya enterado más de lo conveniente, de los tejes y manejes, de los que vio y otros que escuchó. Un animal herido y acosado es el más peligroso, de su especie. Por otra parte está descubriendo que está orgullosa de sí misma. De AMLO dice correctamente que "miente. El señor perdió. No hay más". Luego, agrega, segura de lo que hizo, "si el señor tiene pruebas que las presente". No era necesario que esto último lo dijera, con decir no hay más era suficiente. Al señalar que no tiene pruebas para demostrar su dicho, da la impresión de que bien sabe que no las tiene. En cualquier otra persona, es correcto, no lo es en alguien que fue protagonista. Pero supongamos que inocentemente haya hecho esa petición de que lo demuestre (le faltó agregar: si es que puede y deja la impresión de saber ella por qué no puede. ¿Si no, el porqué del reto, para un asunto juzgado y enterrado? O sencillamente se trata de un lapsus.
La nota periodística que comento, en entrevista concedida a un diario español, la califica como "la mujer más poderosa de México. También la más temida. Posiblemente la más odiada". Sugiriendo ese rotativo que con las declaraciones la profesora, después de confesar su apoyo, en pasada elección, al ahora presidente Felipe Calderón Hinojosa "tal vez su intención, señala, era dejar en claro, ante la contienda electoral que viene, que ella sigue siendo una pieza indispensable en el engranaje del poder". Más claro ni el agua. Se desprende de lo que ahí dijo, que quien quiera y pueda ser candidato, ella sabe cómo hacer la talacha. Sea cualesquiera que sea el partido político que represente. No tiene preferencia. Así están las cosas. No debo decir, en honor a la verdad, que se le odie en general, que sea detestable. Creo que con poco esfuerzo se puede constatar que es una mujer que tiene un lado candoroso, que ha llegado a donde está después de una larga lucha, que no le fue fácil vencer los obstáculos. Pero todo tiene un final. ¿Será éste el ocaso de su reinado? En fin, que se lo diga el tiempo.