Miedo. Campamento habilitado por miedo a las réplicas del terremoto y que ha dañado cientos de viviendas en Lorca.
Alrededor de seis mil personas se encuentran alojadas en los cinco campamentos dispuestos en Lorca (sureste) en los que pasarán la noche, ya que sus hogares han quedado dañados por el terremoto que ayer sufrió esta población del levante español, según fuentes del operativo de emergencia.
La mayoría de ellas son inmigrantes, por ser el sector de la población que menos posibilidades tiene de pernoctar con familiares o amigos en estas circunstancias. Algunos de ellos han preferido dormir al aire libre ante el temor de otro temblor.
Óscar Viacis, de Ecuador, cuya vivienda de la calle General Itier se encuentra muy afectada, duerme en una tienda de campaña del Ejército junto con su esposa y sus dos hijas, después de que la noche del miércoles tuviera que hacerlo al raso.
Floren Esfitian, de Rumanía, prefirió pernoctar de nuevo en un jardín y con mantas porque todavía teme que le ocurra algo a techo cubierto.
Fidelia Muñoz Tapia, de Colombia, estuvo, según dijo, hasta tres horas esperando en una fila para que le asignaran un catre, por lo que prefirió abandonar la fila y junto con unas compañeras improvisó al lado de las tiendas un lugar donde pasar la noche arropados con periódicos y mantas. Mohamed Mahid, de Marruecos, se mostró contento por poder comer anoche y dormir en una cama, después de la noche de frío que vivió en el día anterior.
Edison Mina, uno de los diez mil ecuatorianos de esta ciudad que alberga la mayor comunidad de inmigrantes de Ecuador que existe en España, dedicados a labores agrícolas, se quejaba de que llevaba dos días sin ducharse y con la misma ropa, pero resignado porque como él se encontraban varios conocidos.
Como anécdota, el obispo de la Diócesis de Cartagena se acercó a primera hora de la noche a Santa Quiteria, el mayor campamento establecido en la ciudad, para observar la situación, saludar e interesarse por quienes se encontraban allí.
El centro de coordinación de emergencias fue un ir y venir de cientos de funcionarios, militares y voluntarios en las primeras horas de la noche que trabajaban para que nadie se quedara ayer sin un techo bajo el que dormir.
Efe