-¡Feliz vaso nuevo! -le dijo el Cristo de la pequeña capilla al padre Soárez-.
-Querrás decir "Feliz año nuevo'' -replicó el padre-.
-Ah, -suspiró el Cristo-. Ese afán de ustedes de querer enmendarme la plana. No dije: "Feliz año nuevo''. Dije: "Feliz vaso nuevo''. Eso ha de ser para ti el año que comienza: un vaso que deberás llenar a lo largo de 365 días. Al final beberás de ese vaso. Si en él pusiste cosas amargas, beberás amargura; si lo llenaste de bien, al acabar este año tendrás bebida buena y dulce.
El padre Soárez entendió. Salió de la capilla, y a todo el que se hallaba le decía con una sonrisa jubilosa:
-¡Feliz vaso nuevo!
¡Hasta mañana!...