Jean Cusset, ateo siempre, menos cuando empieza el año, dio un nuevo sorbo a su martini y continuó:
-Jamás me he explicado por qué muchos cristianos hacen de su religión una fe triste. Yo, que creo entender algo de cristianismo porque leo mucho los Evangelios y poco a los teólogos, pienso que el cristianismo es la religión de la alegría. El cristianismo es la fe en el Amor que se ha cumplido, y el amor que se cumple es siempre alegre.
Siguió diciendo Jean Cusset:
-Hasta en el Rosario, recitación de bellos piropos a la Virgen, hallamos ese trasunto de alegría: de siete días que tiene la semana sólo en dos se rezan Misterios dolorosos. Los otros, son de gozo, gloria y luz.
Y terminó Cusset:
-Puede el cristiano a veces estar triste. En ocasiones Jesús estuvo triste. Pero sobre esa tristeza triunfó la alegría del amor, que debe ser permanente alegría de los cristianos.
¡Hasta mañana!...