Me habría gustado conocer a aquel humilde fraile que vivía con mayor pobreza aun que los pobres a quienes cuidaba.
Cierto día fue a verlo un hombre rico. El visitante advirtió que las ventanas de la celda que ocupaba el fraile no tenían cortinas. Le preguntó por qué. Respondió él señalando a dos pobres que con él estaban:
-Más quiero vestir a éstos que a aquéllas.
Con sus escasos bienes hacía mucho bien al prójimo. Decía:
-A nadie debo más que a aquéllos a quienes he dado algo.
Es cierto: al Bien se llega haciendo el bien. Cuando nos llega la hora de partir sólo tenemos lo que hemos compartido.
¡Hasta mañana!...