En su libro "Signo y sello'' habla Malbéne de la inducción positiva: si a un niño se le dice una y otra vez que es obediente, limpio y estudioso, acabará por ser estudioso, limpio y obediente.
Opina Malbéne que las religiones han hecho lo contrario: desde siempre les han dicho a los hombres que son malos, tanto que nacen ya con mancha de pecado. La idea de la consustancial maldad humana -opina el escritor- es provechosa para los administradores de la religión: como el hombre está convencido de su tendencia al mal, y del castigo eterno que por ser malo lo amenaza, necesita y está dispuesto a pagar a alguien que le lave sus culpas y lo salve de la condenación. "Por eso -escribe Malbéne- los magos o sacerdotes de las religiones imparten con una mano el miedo y con la otra la esperanza''.
La fama de Malbéne y el éxito de sus libros me hacen sospechar de su filosofía. Me pregunto, sin embargo, qué pasaría si -al menos para variar- los ministros de las iglesias empezaran a decirles a los hombres, a las mujeres y -¿por qué no?- también a los niños, que son buenos.
¡Hasta mañana!..