Diminutos insectos son las pulgas. Asombro de mi niñez fue ver una troupe de ellas en el antiguo Museo del Chopo, a través de una lupa, vestidas de bailarinas, de cirqueras, de damas de la alta sociedad...
Quien se haga preguntas acerca de los hombres, debería preguntarse también acerca de los insectos. En última instancia no hay gran diferencia entre ellos, y si la hay será en muchas ocasiones a favor del insecto. Una de las preguntas podría bien ser ésta: ¿cómo hacen las pulgas para encontrarse y perpetuar su especie en esa enorme selva enmarañada que es el pelambre del perro donde viven? La respuesta asombrará a muchos, y conmoverá a unos pocos: cantan las pulgas igual que las ballenas; cantan como los grillos cantan; estridulan con sus patitas micrométricas, y dicen una canción que nadie escucha sino ellas, canción de amor que debe ser lo que para nosotros es un aria de Bellini o un lied de Schubert.
Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar, nos enseñó el buen padre Ripalda. Si eso es cierto, entonces también está en las pulgas. Y canta con ellas una canción de vida, aunque nosotros no lo oigamos.
¡Hasta mañana!..