Carece de credo religioso.
Jamás asiste a un templo los domingos.
Sus vecinos y conocidos le reprochan con acritud su indiferencia
en materia de fe.
El hombre que digo se llama Abraham Lincoln.
Bien podría decirse que no practicaba ninguna religión.
Y sin embargo pocos hombres como él han hecho tanto
bien a tantos hombres.
Una cosa es la religión y otra cosa es el sentido de la moral,
de la ética. Es preferible un hombre sin religión que haga
el bien, a un hombre religioso que haga el mal, o que
no haga obras buenas que ayuden a sus semejantes.
Pertenecer a una iglesia, tener un credo religioso, ayuda
mucho, pero sólo a condición de que la religión no nos
acerque a la soberbia ni nos aleje de la bondad y el bien.
¡Hasta mañana!..