-¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!
Así gritaba aquel pastor.
Corrían los demás a defender sus rebaños, pero el lobo no estaba. El pastor era un mentiroso, y los había engañado.
Dejaron, pues, de creerle.
Pasaron muchos, muchos años.
Un día llegó el lobo y devoró las ovejas.
El pastor mentiroso, anciano ya, balbuceó desde el lecho en que yacía:
-Les dije que venía el lobo.
La moraleja de este cuento es la siguiente: lo único que hay que hacer para que algunas mentiras se conviertan en verdad es dejar que el tiempo pase.
¡Hasta mañana!...