Me entristeció la muerte de don Aureliano Tapia Méndez. Casi niño era yo cuando oí hablar de él por primera vez. Mi tío Refugio, Caballero de Colón, se expresaba con entusiasmo admirativo de la cultura y espiritualidad del capellán de la Orden, un joven sacerdote michoacano.
No imaginaba yo entonces que llegaría a ser amigo del padre Tapia Méndez. Compartíamos la misma afición por la historia, los nacimientos o belenes navideños y las manifestaciones de la religiosidad popular. En la excelente biografía que de don Aureliano escribió José Cárdenas Cavazos está la relación de todo lo bueno que el padre Tapia hizo en bien de la comunidad regiomontana.
Extrañaré su sonora voz y su sapiente charla; pero lo encontraré de nuevo en los numerosos libros que salieron de su editorial, a la que dio un bello nombre: "Al voleo". Así, al voleo, como los sembradores, esparció el padre Tapia una semilla generosa que de seguro fructificará.
¡Hasta mañana!...
