Recuerdo con afecto a don Julián Castillo.
Por muchos años fue el violinista de la catedral de Saltillo. En las bodas se oía desde el coro su violín acompañando a Conchita Cabrera, que cantaba el Ave María, o a don José Ángel Cárdenas cuando tocaba en el órgano las notas solemnísimas del Pange lingua.
Hombre bueno y sencillo fue él. Para todos tenía una palabra amable. Yo lo invitaba a mis programas de radio, y él iba siempre, generoso, y compartía con todos el regalo de su música y de su buena voluntad.
Murió hace tiempo don Julián. Hace unos días su familia y amigos se reunieron en la capilla del Santo Cristo para recordarlo con motivo del centenario de su nacimiento. Se llenó el bello recinto con todos los que conocieron y trataron a este artista que tantas cosas buenas dio a Saltillo. Envío un saludo cariñoso a sus hijos, especialmente a Víctor, excelente amigo que junto con sus hermanos ha sabido conservar amorosamente la memoria de su padre.
¡Hasta mañana!...