Terry, querido perro mío que ya no estás conmigo: déjame contarte algo que el otro día me sucedió.
Me hallaba yo en un pasaje comercial al aire libre, y una joven mujer pasó frente a la banca en que me había sentado. Llevaba atado a su correa un cocker spaniel color miel, Terry, como tú. Se parecía mucho a ti. El perro se detuvo y me miró fijamente con sus grandes ojos húmedos. Luego meneó la cola, e hizo el impulso de ir hacia mí. Su dueña tiró de la correa, y se perdieron los dos entre la gente.
Yo me quedé pensando. La vida de los perros es más breve que la vida de los hombres. Quizá su muerte sea también más breve que la nuestra.
Dime, Terry: ¿eras tú?
¡Hasta mañana!..