A los 50 años de edad supo John Dee que no había vivido un solo día.
Había leído mucho, sí. Pero leer no es vivir.
Había aprendido mucho, es cierto. Pero aprender no es vivir.
Sabía muchas cosas, en efecto. Pero saber no es vivir.
Entonces John Dee, que siempre había pensado solamente en sí mismo, empezó a pensar en los demás, y decidió dedicar su vida a servirlos. Es decir, a hacer el bien entre ellos.
Vivió plenamente, pues John Dee. Quiero decir que vivió haciendo el bien a su prójimo.
Entonces conoció John Dee esta verdad: servir es vivir.
¡Hasta mañana!..