Se hablaba en la cocina del Potrero de la gente ingrata, que no se acuerda del bien que se le ha hecho.
Dije yo:
-Hay que tener buena memoria, para no olvidar nunca los favores.
Habló pausadamente don Abundio:
-Yo tengo nada más media memoria.
-¿Cómo es eso?
-Recuerdo siempre los favores que me han hecho, pero me olvido de los que hice yo.
Callamos todos, menos la leña que en el fogón crepita.
En el silencio me pregunto si seré yo capaz de renunciar a la mitad de mi memoria.
¡Hasta mañana!..
