El nieto mayor de don Abundio me cuenta un sucedido de su abuelo. Dice que el viejo se jactaba siempre ante sus nietos de su infalible puntería con el rifle: donde ponía el ojo ponía la bala, solía decir; jamás fallaba un tiro.
En cierta ocasión don Abundio sacó su carabina, una vieja Remington calibre .22, y le pidió al muchacho -entonces niño- que lo acompañara. Le dijo que un coyote andaba merodeando cerca. En efecto, no tardaron en ver al animal. Le apuntó cuidadosamente don Abundio, y disparó. La bala polveó a medio metro del coyote, que se alejó con un trotecillo lento que parecía burlón. Le gritó don Abundio:
-¡Y no te quiero ver más por aquí! ¡La próxima vez sí tiraré a matar!
Escucho el relato que me hace el nieto de don Abundio, y me pregunto si no habrá abueleado. Frecuentemente el viejo, con tal de hacer sabrosa la conversación, derrocha la fantasía y economiza la verdad.
¡Hasta mañana!...