Con diestro pincel daba el Creador a cada ave su color.
Tenía pomos con pinturas de todos los colores, y a cada pájaro iba dando el suyo. A uno lo pintaba de azul; de rojo a otro; de verde a éste; de amarillo a aquél...
Sucedió, sin embargo, que el Señor derribó sin querer los pomos de pintura, y todos cayeron sobre un ave que al punto empezó a pavonearse, pues tenía los colores de todos los pájaros, y además los suyos propios.
Le dijo el Espíritu al Creador mientras miraba aquella ave vanidosa:
-Acabas de hacer al pavo real.
-No -replicó el Señor-. Acabo de hacer a los artistas.
¡Hasta mañana!..