Doña Rosa, mujer de don Abundio, platica cosas de mucha gracia acerca de su esposo. El viejo escucha esos relatos, y nada más menea la cabeza.
Cuenta la señora que una noche don Abundio se levantó de su cama -dormían en habitaciones separadas- para ir a la de ella. En el trayecto tropezó con una mesa, y se dio un tremendo golpe en la espinilla. Doña Rosa oyó el ruido, y preguntó en la oscuridad:
-¿Quién es?
Y dice que don Abundio respondió con dolorido acento al tiempo que regresaba cojeando a su cuarto:
-Ya no es nadie.
Ríe con regocijo, y añade, divertida:
-¡Hasta las ganas se le quitaron al muy tonto!
Yo me pregunto si las historias que narra doña Rosa son suyas, o leídas o escuchadas por ella en otra parte. No lo sé, pero todos reímos al oírlas, mientras don Abundio, callado, nada más menea la cabeza.
¡Hasta mañana!..