El Funcionario del Estado le ordenó al señor pérez.
-Ve.
-¿A dónde? -preguntó tembloroso el señor pérez.
-Ve -repitió El Funcionario del Estado.
-No sé a dónde ir -se atrevió a decir el señor pérez.
-A dónde sea -se dignó contestar El Funcionario-. No
importa a dónde vayas. Lo importante es que obedezcas.
Entonces el señor pérez fue. ¿A dónde? Nadie lo sabe,
ni él. Pero obedeció. Por su obediencia las cosas se
mantuvieron como estaban, y todo siguió igual. Eso es
precisamente lo que quería El Funcionario del Estado.
Que las cosas se mantuvieran como estaban. Que todo
siguiera igual.
¡Hasta mañana!...