Murió don Juan. Tanto vivió que murió al fin.
Llamó a la puerta de la morada celestial. Le preguntó
San Pedro:
-¿Vienes en busca del Señor, para que te perdone?
-No -respondió el seductor-. Vengo en busca de doña
Inés. Ella es la que me debe perdonar.
San Pedro consultó el caso con el Padre, y él le dijo
que lo dejara entrar. Don Juan buscó a su víctima y le pidió
perdón. Ella lo perdonó. Las mujeres que aman perdonan
siempre. Cuando se despidió don Juan de doña
Inés, los dos lloraban.
Salía ya don Juan del Cielo, pero lo detuvo el Padre.
-Puedes quedarte en mi casa -le dijo-. Si por amor te
perdonó la mujer a quien heriste ¿no voy a perdonarte
yo?
¡Hasta mañana!...