Noé descubrió el vino, y bebió de él.
Tanto bebió que se quedó dormido sobre el suelo.
Temprano en la mañana lo llamó el Señor. Noé, dormido como estaba, no escuchó su voz.
El Padre, entonces, fue a buscarlo, y lo encontró sumido en aquel profundo sueño.
Vio a su lado una copa de vino. Atraído por el hermoso color rojo de aquel líquido, y por su delicado aroma, el Señor le dio un trago. Chasqueó la lengua con deleite, y apuró un segundo sorbo. Luego dijo extasiado:
-¡Caramba! ¡Cómo no se me ocurrió a mí!
¡Hasta mañana!..