A cada paso encuentro cosas mágicas en México, nuestro mágico país.
La catedral de Colima se construyó toda de cantera, menos la cúpula y las bóvedas. Se hicieron éstas con ollas de barro, pequeñitas, que los constructores emplearon por su ligereza.
¿Habrá otro templo en el mundo, me pregunto yo, con su techumbre y domos hechos de cántaros tramados entre sí? ¿Habrá otra catedral así, labrada con una arquitectura tan peregrina y frágil? Suele temblar la tierra ahí, en Colima, y aun así los sabios constructores desafiaron al terremoto con ese encaje de ingrávidas artesanías.
Pongo en mi lista de prodigios a esa leve catedral, la de Colima, cuya altura está hecha de barro, el mismo material con que se construyó la terrena estatura de los hombres.
¡Hasta mañana!..