Llegó aquel hombre al Cielo, y le preguntó a San Pedro si su perro estaría ahí.
-Naturalmente -le respondió el apóstol de las llaves-. Todos los perros están aquí, en el Cielo. Y, aunque no lo creas, todos los gatos también.
Inquirió con timidez el hombre:
-Y yo ¿puedo entrar al Cielo?
Le contestó el portero celestial:
-Pienso que sí.
Pero añadió:
-Claro, si tu perro te recomienda.
¡Hasta mañana!..