El Señor hizo el Everest.
En seguida hizo el Amazonas.
Luego creó el mar, con sus tormentas de rayos y el terrible fragor de sus oleajes.
Después hizo el crepúsculo.
Y luego inventó las aureolas boreales.
Le preguntó el Espíritu:
-¿Por qué has hecho todas esas cosas, tan espectaculares?
Explicó el Creador:
-No quiero que me vayan a superar Wagner y Cecil B. de Mille.
¡Hasta mañana!...