Canta este pájaro nocturno, y su canción llena todos los silencios.
La casa entera calla para oírlo. Hasta los viejos muebles, que en la noche suelen hablar entre sí cuando los hombres duermen, suspenden su conversación.
¿A quién le canta esta ave dueña de las sombras? He pensado que le canta a la soledad. Piensa que nadie puede oírla, y así le canta a nadie. Su canto entonces, como no es de nadie, tiene como dueño al mundo.
Yo estoy en mí. Tengo los ojos abiertos a la oscuridad, y abiertos los oídos al silencio. La música de esta ave de la noche llena la casa y la ilumina sin fulgor de luz. También yo quedo lleno de su voz y de su resplandor.
Y no hay silencio ya, ni sombras. La vida está aquí. La vida siempre está.
¡Hasta mañana!..