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MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Murió Santiago Ramos.

Nadie en Saltillo lo llamaba con el sonoro nombre del apóstol que da su patrocinio a la ciudad. Todos le decíamos Chaguito, en muestra afectuosa de cariño.

Su pasión fue la fiesta de toros. Sabía de ese arte, de esa liturgia, de ese drama, todo lo que se puede saber. Llevaba en la punta de los dedos los cuatro tomos del Cossío, y en el corazón un amor sin confines por las cosas de la torería. Oír su narración de las corridas era evocar a Malgesto y Alameda; leer su crónica del día siguiente era rememorar a Verduguillo y a Septién García.

Fue un hombre bueno Chago Ramos. Sencillo, afable, tenía el alma transparente. Sus amigos, la gente del toro, lo llevaron a dar la última vuelta al ruedo en la plaza que lleva el nombre del maestro Armilla. También él fue un maestro, no sólo de tauromaquia, sino también de vida buena. Cuando Chaguito dio la última vuelta al ruedo, las nubes en el claro cielo de Saltillo parecían como un revuelo de pañuelos blancos.

¡Hasta mañana!..

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